Habana libre (o El arte de no salir de la locura) Parte I
Recuperando el pensamiento Tres semanas fuera de Madrid. Cuba. No sentí la necesidad de publicar cada día, no. Solo notas: fragmentos, olores, voces, luces escapando. Hoy, en el sofá de casa. Reviso los primeros apuntes: calles que huelen a sal, risas que se confunden con el viento, pasos que no sé si fueron míos o del tiempo. Demasiado vivido para ponerlo en orden. Iré dejando palabras como migas, según pueda digerir lo que me atravesó. Paseo por La Habana en la noche nada más llegar a la ciudad. El centro. Oscuro. Calles vacías. No hay turismo. No hay gentío. Aun así, hay vida. Me siento feliz. Me siento libre. Habana libre. Llevo como acompañante el éxtasis de una novicia recién ingresada en un convento. La adrenalina brota por cada poro de su piel. Piel joven, lozana y curtida a la vez. Piel seca y, sin embargo, fuente de juventud eterna. Corrientes de pensamientos y sentimientos circulan bajo y sobre la superficie, oscura y clara a la vez, para terminar brotando ...