Los que renuncian
Soy de los que no pueden callar. No porque el silencio me pese, sino porque hay verdades que solo existen si se dicen, pensamientos que se justifican en la palabra, sentimientos que toman forma cuando encuentran voz. No quiero ni sé disfrazar lo que pienso ni lo que siento. Me pertenezco en mi sinceridad, en mi derecho a nombrar lo que veo y lo que rechazo. No espero que todos lo comprendan, pero tampoco concedo indulgencias a la cobardía ajena. Porque si hay quienes se conceden el privilegio de hablar sin que sus palabras se correspondan con sus actos, si existen aquellos que se esconden tras discursos vacíos y justificaciones débiles, si eluden su propia verdad mientras eligen imponer la suya sobre otros, ¿por qué no habría de darme yo el derecho de nombrar lo que son? Hablo porque puedo, porque quiero y porque me sostengo en lo que digo. Y es precisamente por eso que me resultan intolerables los que renuncian a hacerlo. No todo el que calla es prudente ni todo el que se ap...