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Mostrando las entradas etiquetadas como Alegría

Mírate y sonríe

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Tatuado en mi mano izquierda Cada instante vivido, con su carga de luz y sombra, nos va moldeando, nos esculpe con la paciencia del tiempo y nos convierte en lo que somos. No hay día perdido, ni alegría estéril, ni tristeza que no deje su huella. La vida nos atraviesa como las estaciones del año, en ciclos que se suceden, siempre marcados por la certeza del cambio inminente. Hay primaveras de renacimiento, donde todo parece florecer sin esfuerzo; veranos de plenitud, de soles ardientes y días interminables; otoños de despedida, donde aprendemos a soltar, a dejar caer lo que ya no nos pertenece; e inviernos de quietud, donde el frío nos obliga a recogernos y escuchar los vientos de lo que fuimos. Pero tras el invierno, siempre llega otra primavera, y la vida vuelve a abrirse paso, distinta, renovada, nunca la misma, aunque parezca repetirse. La vida no es una novela de trama continua ni un relato que se estira en una línea ininterrumpida. Nos empeñamos en darle una estructura de capít...

Mi diario. Año 1982. Reflexión posterior sobre sexo y amor. Otro gallo cantaría.

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  Hoy quiero comenzar de una manera especial, compartiendo dos fragmentos de un cuaderno en el que solía escribir cuando era pequeño. Es una lástima que no guarde muchas cosas de esos años, apenas seis o siete notas, pero siento que algunas de ellas pueden resonar con lo que quiero contaros hoy. En este caso, tras las transcripciones, os dejo una reflexión personal sobre sexo y amor. Es tan solo mi visión, no tengo la intención de molestar a nadie si piensa de manera diferente, pero creo que es importante que meditemos, con sinceridad y honestidad, si debemos seguir manteniendo ese vínculo forzado entre amor y sexo. Nota: El texto original contenía faltas de ortografía y frases que no terminaban de entenderse con claridad. Sin haber cambiado en esencia, si he retocado lo necesario para poder publicarlo.   Miércoles, 14 de abril de 1982 ¡Buah! Hoy parecía que no iba a pasar nada especial, y al final, flipé. Estábamos jugando al béisbol cuando Fernando, con esa cara de qui...

Indomable. Brindis por la vida.

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  Tatuaje realizado en mi antebrazo hoy 25 de marzo de 2025 (Sombras y luces son producto de la edición intencionada de la imagen) Naciste con el fuego dentro, con la chispa encendida en cada paso, con la risa lista para estallar en cualquier momento, porque sabías que la vida era un salto al vacío y que el vértigo no era más que la señal de que estabas vivo. No temías a las caídas, confiabas en tu fuerza, en tus ganas, en la gente que te esperaba con los brazos abiertos cuando tropezabas. Pero incluso tú, el que siempre arde, el que siempre avanza, caíste en la banalidad de la vida. Te dejaste llevar por los sinsentidos que te rodeaban, por lo superfluo, por las apariencias, por los deseos de otros que no eran los tuyos. Dejaste que tu tabla golpeara una y otra vez contra las rocas, dañándose, astillándose, perdiendo la firmeza con la que siempre habías surfeado. Y sí, duele. Duele darse cuenta de que perdiste el rumbo, de que confundiste marea con destino. No pasa nada. En absolu...

Los zapatos azules

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  Ayer fue un día especial. Mis hermanas y yo fuimos al concierto de Los Pecos, y la verdad es que lo pasé en grande con ellas. Lo necesitaba. Volver a escuchar esas canciones que en su día sonaban por toda la casa me hizo viajar en el tiempo, a aquellos años en los que la música era parte del día a día y en los que compartíamos todo, hasta la ropa. (Bueno, ya no se me nota una cicatriz que me hizo en la cara el puñetero tacón de una Nancy colgada en la pared de la habitación de mis hermanas, con alfileres, si, alfileres, un día, jugando con ellas en una de las camas, supongo que golpeamos la pared, esos maravillosos tabiques de las viviendas franquistas de los 70, y la muñeca se desprendió en caída libre sobre mi dulce rostro, jajaja). Y volviendo al tema de la ropa, como podréis entender, en 1983 no se podía ir comprando ropa nueva cada dos por tres. En casa éramos cuatro hermanos, tres chicas y yo, el único varón, y había que aprovechar lo que se pudiera. Un pantalón, un jersey…...

NOTAS DE UN NIÑO DE 15 AÑOS (1985)

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Ayer, mientras revisaba los documentos guardados en mi disco duro, encontré algo que me sorprendió: un escrito del año 1985. ¡Dios mío! Era como una fotografía congelada en el tiempo: una hoja de cuaderno de esas que tenían dos líneas para que intentáramos escribir con las letras del mismo tamaño. La hoja estaba marcada por manchas de grasa, como si fueran restos de nocilla o algo similar, y la tinta de algunas letras estaba corrida, como cuando una gota de agua cae sobre el papel y lo emborrona, posiblemente fueran lágrimas, porque hoy en día sigo llorando cuando escribo algunas cosas. Simplemente, el avance tecnológico, al escribir con un teclado sobre una pantalla, de manera digital, nos ha robado hasta el recuerdo que deja la sensibilidad humana. Qué pena no haber conservado el original, aunque quizás en alguna carpeta, cuando menos lo espere, pueda encontrarlo. Sin duda es una de las hojas de aquel diario que escribía en secreto cuando sentía la necesidad de ocultarle al mundo mi ...

A "La Pepa" mi madre (2008)

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He recuperado esta poesía que escribí en 2008, tras la muerte de mi madre. He buscado y rebuscado hasta dar con el disco donde guardaba escritos de aquella época en la que también me dedicaba a escribir, en realidad, lo he hecho toda la vida, pero lo guardaba para mí. Nada tiene que ver con la forma en que escribo ahora, pero no por eso pierde ni un ápice de fuerza. Hoy, que debía dedicar el día a estudiar, no he podido concentrarme. Hoy la he necesitado tanto que no encuentro palabras para expresarlo. Hoy necesitaba sentir su abrazo, su protección. Necesitaba que me ayudara a suavizar la opresión que siento en el corazón. Madre bella, tú sabías perfectamente que debías prepararme para la vida real, y lo intentaste una y otra vez. No dejaste de hacerlo hasta el último de tus días, tratando de evitarme el dolor. Allá donde estés, madre querida, quiero agradecerte enormemente por todo lo que hiciste por mí. Pero quiero que sepas algo: no me importa no haber aprendido esa lección. A pe...

El árbol que aprendió a caminar (2007)

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Este cuento escrito en el año 2007 y que he recuperado de un viejo disco duro, me ha traído una gran sonrisa al rostro en día gris, casi veinte años después, sigo siendo la misma persona que siempre fui, a pesar de la vida. Y tengo que decir, que me siento muy orgulloso de ello. Había una vez un joven árbol que creció en el centro de un frondoso bosque. Desde que brotó, siempre escuchaba a las aves cantar y al viento susurrar entre sus hojas, pero algo no estaba bien. A pesar de sus raíces profundas y su tallo erguido, el árbol sentía un vacío que no lograba comprender. Durante años, el árbol observaba cómo los demás árboles parecían estar llenos de propósito, sus ramas extendidas hacia el cielo, sus raíces firmemente ancladas en la tierra. Sin embargo, el joven árbol no entendía por qué, a pesar de estar en la misma tierra fértil, sentía que le faltaba algo. Cada vez que el viento pasaba, él sentía una extraña incomodidad, como si fuera incapaz de crecer de la manera correcta. Un dí...

El viajero del tiempo (2004)

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Soy un viajero, un viajero en el tiempo, y he tenido muchas vidas. No solo las que he vivido en un solo cuerpo, sino todas las que he cruzado, todas las que he compartido con las personas que he conocido. Cada vida que he tocado me ha dejado una huella , y todas esas huellas las llevo conmigo. Son recuerdos de historias que no me pertenecen, pero que, sin embargo, son parte de mí. He caminado por muchos senderos, he cruzado miles de rostros, y con cada uno, he aprendido algo nuevo. La gente, en todas sus formas, me ha enseñado lo que nunca habría podido aprender solo. Me han mostrado su luz, sus sombras, sus luchas y sus victorias. Y, en cada uno de esos encuentros, he intentado dejar algo también. Siempre he buscado ayudar, aunque sea en lo más pequeño , porque he aprendido que una palabra amable, un gesto sincero, pueden cambiar el rumbo de una vida. Me gusta ver a la gente feliz. Ver esa chispa en los ojos de alguien que ha encontrado su camino, o simplemente, que está en paz cons...

Los guardianes de la perfección ajena (2002)

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Ah, los demás, esos seres fascinantes que parecen tener una habilidad sobrehumana para ver lo que todos hacemos mal. ¡Qué suerte la nuestra de vivir en un mundo donde hay tantos expertos sin título! Cada paso que damos es observado con lupa, cada palabra es analizada, cada respiro se vuelve tema de conversación. Si no estuviéramos rodeados de tantos genios de la crítica, ¿Cómo podríamos saber realmente lo que debemos hacer? Si no fuera por ellos, tal vez estaríamos felices con nuestras vidas, pero ¿Cómo podríamos permitirnos eso? Es impresionante cómo la gente tiene tanto tiempo libre para preocuparse por los demás. Deben tener una agenda muy apretada para estudiar tan minuciosamente la vida ajena, ¿verdad? Mientras tú luchas con tus pequeños problemas, ellos tienen la grandiosa misión de hacerte ver que todo lo que haces está mal. Desde cómo te vistes hasta la manera en que tomas un café. Nada escapa a su ojo crítico. Si tú eres feliz, entonces, ¡algo debe estar mal! ¿Cómo es pos...

Todo me parece curioso

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Hoy me he levantado temprano. He abierto la persiana y, por primera vez en semanas, el sol brillaba con fuerza, como si quisiera borrar de golpe todos los días de lluvia y cielos grises. He preparado café, lo he bebido despacio, y he sentido unas ganas irrefrenables de salir a la calle, de caminar sin prisa. He ido hasta el río Manzanares para ver la crecida de sus aguas, testigos de tantas tormentas recientes. Me he sentado en un banco, cerrando los ojos por un momento para sentir el calor del sol en la piel. Y entonces, sin pensarlo demasiado, he empezado a escribir. He dejado que mi mente divagara, que las palabras fluyeran sin orden ni plan. Me han venido a la cabeza todas esas cosas que me resultan curiosas, esos pequeños misterios de la vida que pasan desapercibidos, pero que cuando te detienes a observarlos, te das cuenta de que están ahí, siempre, como señales silenciosas del mundo. Todo me parece curioso. Y aún así, me he quedado corto. Aquí dejo lo que escribí en ese instante...

Silencio interior

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"El silencio interior no es la ausencia de ruido, sino la presencia profunda de uno mismo, donde cada pensamiento se disuelve y solo queda la paz." Hoy te has despertado distinto. No es un cambio superficial ni físico, es algo mucho más profundo. Has abierto los ojos con una claridad inusitada, con la certeza de quién eres y lo que realmente necesitas. No es que las respuestas hayan llegado todas de golpe, pero lo que es claro es que ahora sabes que lo único que verdaderamente importa es ser tú, sin excusas, sin filtros, sin buscar cumplir con las expectativas ajenas. En el silencio que te rodea, encuentras la paz que habías estado buscando sin saberlo. Te has sentado a escribir, como siempre lo haces, pero esta vez el impulso de las palabras no llega. No porque falten los pensamientos o los sentimientos, sino porque has alcanzado un punto en el que ya no hay necesidad de hablar para saber lo que sientes. Ya no necesitas exteriorizar lo que resides en ti, ni convencer a nad...

La luz en las palabras de Elena Llovet

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Quisiera comenzar este texto agradeciendo a Elena por su valentía. Sí, su valentía para compartir en las redes sociales su intimidad más profunda, la real, la que siente en su propia piel, no la que el mundo espera que muestre. Agradecerle enormemente por compartirla de forma tan abierta y sincera. A mí, desde luego, me aporta mucho más que la imagen ideal de una no-realidad. Para mí, la escritura es mi diván de cuero marrón, un espacio donde me dejo caer sin pensarlo, con la esperanza de encontrar algo que me haga sentir más entero, más conectado. En cada palabra, en cada frase, trato de dar forma a lo que está roto dentro de mí. De alguna manera, escribir es el lugar donde mi cuerpo y mi mente se encuentran, donde lo que no puedo decir con voz, lo digo con letras. Este diván no es físico, pero lo es a su manera: es el refugio donde desarmo todo lo que he acumulado, donde dejo que las piezas caigan, sin temor a que no encajen. El cuerpo no olvida lo que la mente intenta ocultar. E...

Los que renuncian

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  Soy de los que no pueden callar. No porque el silencio me pese, sino porque hay verdades que solo existen si se dicen, pensamientos que se justifican en la palabra, sentimientos que toman forma cuando encuentran voz. No quiero ni sé disfrazar lo que pienso ni lo que siento. Me pertenezco en mi sinceridad, en mi derecho a nombrar lo que veo y lo que rechazo. No espero que todos lo comprendan, pero tampoco concedo indulgencias a la cobardía ajena. Porque si hay quienes se conceden el privilegio de hablar sin que sus palabras se correspondan con sus actos, si existen aquellos que se esconden tras discursos vacíos y justificaciones débiles, si eluden su propia verdad mientras eligen imponer la suya sobre otros, ¿por qué no habría de darme yo el derecho de nombrar lo que son? Hablo porque puedo, porque quiero y porque me sostengo en lo que digo. Y es precisamente por eso que me resultan intolerables los que renuncian a hacerlo. No todo el que calla es prudente ni todo el que se ap...