Profecia salina
He terminado la campaña de la renta "in extremis". Muchos sabéis lo que este año ha supuesto para mi, y nada más terminar, me puse a llorar de ALEGRÍA. Para mí, esta poesía habla de una transformación emocional tan poderosa que se vuelve física. Llorar de alegría no como algo que guardo o disimulo, sino como una fuerza tan inmensa que cambia mi mundo. Como si mi emoción fuera capaz de reconfigurar la geografía. Donde no había mar, ahora huele a sal. No es solo que la sienta… es que se manifiesta. Y yo lo siento así. Crear consecuencias, cambiar mi entorno, desordenar mi rutina, alterar mi vida. Tiene fuerza creadora. La noto. Y hay algo más, algo que no puedo explicar con lógica. Siento una esperanza rara, fértil, como una fe en lo improbable. Las redes ya están preparadas, las gaviotas ya vuelan. Y no hay mar. Pero aun así sé que va a llegar. Es simplemente mi intuición a pleno rendimiento. No tengo pruebas, pero lo sé. No sé cómo, pero lo sé. Y no es solo por mí que lloro...