Profecia salina
He terminado la campaña de la renta "in extremis". Muchos sabéis lo que este año ha supuesto para mi, y nada más terminar, me puse a llorar de ALEGRÍA.
Para mí, esta poesía habla de una transformación emocional tan poderosa que se vuelve física. Llorar de alegría no como algo que guardo o disimulo, sino como una fuerza tan inmensa que cambia mi mundo. Como si mi emoción fuera capaz de reconfigurar la geografía. Donde no había mar, ahora huele a sal.
No es solo que la sienta… es que se manifiesta. Y yo lo siento así. Crear consecuencias, cambiar mi entorno, desordenar mi rutina, alterar mi vida. Tiene fuerza creadora. La noto.
Y hay algo más, algo que no puedo explicar con lógica. Siento una esperanza rara, fértil, como una fe en lo improbable. Las redes ya están preparadas, las gaviotas ya vuelan. Y no hay mar. Pero aun así sé que va a llegar. Es simplemente mi intuición a pleno rendimiento. No tengo pruebas, pero lo sé. No sé cómo, pero lo sé.
Y no es solo por mí que lloro. Lo siento. Ese llanto se me escapa más allá de mí. Se desborda. Se convierte en algo que toca a otros. Mi alegría transforma mi paisaje, y creo que también el de quienes me rodean. Hace crecer alas. Prepara redes. Despierta oficios dormidos que yo creía perdidos.
Y ese mar… ese mar que llega puede ser todo lo que he echado en falta. La plenitud. La verdad. Siento que mi emoción no solo lo anticipa, sino que lo convoca. Lo llama. Lo atrae. Lo vuelve real.
Este poema es eso para mí, una forma de recordarme que a veces creo, sin lógica, pero con todo mi cuerpo, que sí, algo vendrá.
G.G.

Apareció hace ya tiempo, la consciencia en tús días.
ResponderEliminarY sirve de sintonía para buscar las notas amables de tu vida.
Abrazo fuerte.