La grieta en el código: identidad y resistencia en la era digital.
Nos enseñaron a existir en reflejos, a mirar nuestra propia imagen a través de los ojos ajenos. Nos dijeron que éramos libres, pero nos dieron solo dos o tres formas de ser. Nos vistieron con discursos heredados, nos nombraron con etiquetas que otros diseñaron. Nos prometieron conexión, pero nos dieron una red donde colgar nuestras sombras. El poder, nos diría Foucault, no se impone con cadenas visibles. Es más sutil: se infiltra en la lengua, en la norma, en la mirada que dicta qué es digno de mostrarse y qué debe ocultarse. En las redes sociales, el panóptico es un algoritmo que premia la complacencia y castiga la diferencia. Pero hay quienes resisten. Quienes habitan el margen del código, quienes rehúsan la docilidad de los filtros, quienes hacen de su cuerpo un manifiesto, de su identidad un territorio indomable. Allí donde el poder quiere imponer su orden, nacen grietas, espacios de disidencia, huecos donde florece lo inesperado. Y en el amor, ¿somos realmente libres? Sartre ...