¡Hasta aquí!
Hoy me he levantado con los huevos hinchados. Literal. No es una metáfora espiritual, ni una expresión figurada de esas que se usan por costumbre. No, no. Hinchados. Como dos globos en una fiesta a la que nadie quiere ir. ¿Qué si fue un golpe? ¿Una mala postura? ¿El karma ajustando cuentas? Da igual. El caso es que el resultado es el mismo; los tengo a rebosar. Y ya que estamos, aprovecho para decirlo, también los tengo hinchados en sentido figurado. Porque ya está bien. ¡Ya basta! ¡Ya me cansé! Estoy harto de que la bondad se confunda con gilipollez. De que la paciencia se aproveche, de que el que escucha sea el primero en ser ignorado. De que el que no grita, el que no impone, el que intenta entender… acabe siempre en el rincón de los tontos. Estoy cansado del egoísmo con corbata y del interés disfrazado de preocupación. De los favores que vienen con factura. De las sonrisas falsas, las palmadas en la espalda y las promesas de “cuenta conmigo” que se evaporan al primer...