La piel se me muere
La piel se me muere. Bajo el resplandor tenue de los rayos de sol. El cuero se quiebra, se convierte en surco, en grieta, en polvo en el aire. Un idioma de fisuras que el tiempo y yo hemos ido trazando, línea a línea, sin prisa, a pesar de todo, gracias a todo. En el sofá de cuero, el roce deja su huella, el desgaste, el sudor, el descanso, se desvanecen entre las costuras. Sofá y cuerpo se funden, se entrelazan en un solo ser, y en sus grietas, la memoria fluye. La piel se me muere. La toco. Bajo mis dedos, la superficie cede, reseca, áspera. Lo sostenido ha quedado atrapado en las huellas invisibles de lo vivido. Cada grieta es un fragmento de tiempo, una conexión con el presente. La piel se me muere. Con el frasco en la mano, derramo la crema en mi palma y la extiendo con el pulso firme de quien camina junto al tiempo, quien se busca, quien se encuentra. quien no olvida su nombre, aunque el viento lo desgaste, aunque el viento lo arañe y lo desg...