Desnudo
Cada noche me acuesto con la esperanza de dormirme rápido, como si cerrar los ojos pudiera apagar también todo lo que gira en mi cabeza. Pero el silencio nunca es silencio, y la oscuridad no se calla. A veces una frase se queda atrapada, o un recuerdo que no termina de irse. Entonces me levanto, abro OneNote, porque sé que necesito escribirlo, no puedo dejarlo pasar. Las cosas se alejan solas. No hace falta empujarlas. Un día descubres que hay llamadas que ya no haces, palabras que no repites, lugares a los que no te apetece volver. La gente que no te quiere de verdad empieza a desaparecer como vapor en el espejo. Y no lo echas de menos. Solo queda aire limpio para respirar. Aprender a estar desnudo no es cuestión de piel. Es dejar caer lo que sobra, lo que duele sin merecerlo, las palabras vacías, los ruidos que no son tuyos. Quedarte con nada más que lo que late dentro, sin consultar a nadie, sin esconderte. Ciertas risas, en cambio, se te quedan pegadas al cuerpo. Risas que sue...