Los zapatos azules

 Ayer fue un día especial. Mis hermanas y yo fuimos al concierto de Los Pecos, y la verdad es que lo pasé en grande con ellas. Lo necesitaba. Volver a escuchar esas canciones que en su día sonaban por toda la casa me hizo viajar en el tiempo, a aquellos años en los que la música era parte del día a día y en los que compartíamos todo, hasta la ropa. (Bueno, ya no se me nota una cicatriz que me hizo en la cara el puñetero tacón de una Nancy colgada en la pared de la habitación de mis hermanas, con alfileres, si, alfileres, un día, jugando con ellas en una de las camas, supongo que golpeamos la pared, esos maravillosos tabiques de las viviendas franquistas de los 70, y la muñeca se desprendió en caída libre sobre mi dulce rostro, jajaja).

Y volviendo al tema de la ropa, como podréis entender, en 1983 no se podía ir comprando ropa nueva cada dos por tres. En casa éramos cuatro hermanos, tres chicas y yo, el único varón, y había que aprovechar lo que se pudiera. Un pantalón, un jersey… eso daba igual, lo usábamos todos. Ahora, los zapatos ya eran otra historia. Ahí sí que había modelos más marcados según el género, aunque en aquella época en Europa ya estaban a otro nivel, con una moda más avanzada, aquí todavía arrastrábamos muchas cosas del pasado, porque, como quien dice, acabábamos de salir de la dictadura y la mentalidad seguía siendo más cerrada en muchos aspectos.

Por eso, cuando Spandau Ballet reventó las listas con True, no solo marcaron un hito musical, sino que también trajeron un estilo de vestir que aquí todavía nos costaba asimilar. Camisas amplias, tejidos brillantes, cierto aire andrógino… En casa, mis hermanas los escuchaban sin parar, junto con Los Pecos, entre otros y su forma de vestir era tema de conversación, bueno, su forma de vestir, y lo guapos que los veían, estaban enamoradas sin más.

Y en medio de todo eso, llegó el día en que mi madre decidió que yo debía llevar los zapatos que una de mis hermanas había dejado pequeños. Unos zapatos de punta fina, con un pequeño tacón en cuña y terciopelo azul. Lo recuerdo perfectamente, porque en aquel momento no me quedó otra que aceptarlo, pero en mi diario quedó reflejado todo lo que pensé y sentí aquel día.

Aquí va, tal como lo escribí en 1983. Espero que os guste, que os haga reír un poco, que falta hace ya en este blog, y sobre todo, que os haga volar al pasado y os traiga buenos recuerdos. (jajajaja)


"Diario de hoy 16 de junio de 1983

No quiero ni escribir esto, pero tengo que hacerlo, porque hoy ha sido un día horrible.

Mamá ha decidido que tenía que ponerme unos zapatos de mis hermanas. No unas deportivas, no unas botas normales. No. Unos zapatos azules, con punta y terciopelo, y encima azules, que mierda. Y con tacón, jo!!. Bueno, no tacón, pero eso, como se llama eso, cuña o algo así, son como torcidos, no se decirlo. ¿Pero cómo voy a salir así a la calle? ¡¿Cómo?! Se lo he dicho. Le he suplicado y nada, he llorado y nada. Que hay que gastarlos me ha dicho, y que fin de la conversación. ¿Pero que conversación? le he preguntado, y va y me dice, que te calles que te doy un sopapo. Y la Señora Carmen que estaba delante, encima se reía la tía. Que cara!.

Pues por su cara bonita, al final me los he tenido que poner, y he bajado las escaleras con un nudo en el estómago. Los cuatro pisos. Que me han dado ganas de caerme a posta, para torcerme un pie y volver a subir, porque mamá me ha dicho que como ella vea, que los zapatos suben sin polvo de haber pisado la arena que me voy a enterar. Yo no quería que nadie me viera, pero claro, como no, nada más girar, los vagos esos de siempre, el Grego y los otros. Lo que me faltaba.

Se han reído en cuanto me han visto, pero vamos, que eso ya lo sabia yo. Han tardado en ver los zapatos, na!! que asco me dan! han empezado a reírse de mí los muy idiotas. Menos mal que estoy acostumbrado. Y me he girado y les digo:

—¿Y qué pasa?. Son como los de Spandau Ballet, que no tenéis ni idea. Idiotas.

Y claro, como saben que soy un blandengue, pues lo que faltaba, en seguida a levantarse para atacarme más de cerca y hacerse los machitos. Me hubiera gustado tener un hermano, pero claro, como tengo 3 hermanas, pues parezco no sé, pero vamos, que no les doy miedo.

Menos mal que estaba Mari Luz, porque claro, a ella si no le dicen ni mu. Son unos cobardes. Estaba con la chicas jugando en el soportal y la tía ha cruzado la calle como una fiera cuando ha visto que el Grego venía hacía mi. Buah, le ha cogido del brazo y va y le dice, porque el Grego es de su edad, pero siempre se mete con los pequeños, y le dice la tía, tú, ¿por qué no te metes con los mayores payaso?. Métete conmigo venga, métete si te atreves. Y claro, el Grego es un cobarde, se ha sentado otra vez. Te juro que verle esa cara de miedo, me ha encantado, y eso que mi hermana me ha dado miedo, hasta a mi.

Y ahí ha terminado todo. Menos mal que estaba ella, porque yo creo que me hubiera empujado el tontolaba ese.

Odio estos zapatos. Odio este día".


Graci

(Este lo firmo como Graci, y no G.G, porque con 13 años, era Graci).

Comentarios

  1. Madre mía!!! Qué recuerdos. Que de notas tengo guardadas, que barbaridad... Del día que llegué a casa con un balón de baloncesto, porque Manolo y yo, volviendo de la Real Armada, en otro cole que no me acuerdo el nombre, vimos bajo la canasta de baloncesto una mochila y un balón, y saltamos y nos lo llevamos y nos lo repartimos. Ay! al llegar a casa tu madre... jajaja, llamó a la madre de Manolo y nos hicieron ir a devolverlo y tuvo castigado 15 días.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

No te cortes. Opina.

Entradas populares de este blog

Gracias, gracias, muchísimas gracias

Por la belleza. Gracias.

El verdadero camino está en nuestro interior