Mercurio
![]() |
| LECTURAS |
No puedo decir que Mercurio retrógrado no me haya zarandeado con la sutileza de un vendaval, porque lo ha hecho, pero aun así, hoy, mientras en casa empezaba a sentir la temperatura habitual, yo seguia cauteloso, como cuando regresas a un territorio propio después de una larga ausencia. Pude sentir algo de tranquilidad, una respiración más silenciosa de lo que ultimamente estoy acostumbrado a sentir.
He notado la simple y rotunda felicidad de los seres humanos que tengo cerca, como si su alegría, sin ellos percibirlo, hubiera abierto una ventanilla en mi pecho por donde empezaba a entrar una luz que había dado por perdida.
Hace meses tomé la decisión, más intuida que razonada, de emprender un viaje que me devolviera a ese yo primitivo, sin capas ni disfraces, al que pertenece por derecho propio el fuego errante de Sagitario, esas alas que en algún momento extravié por descuido o por cansancio, quién sabe; un viaje que imaginé liberador y que, sin embargo, se ha mostrado realmente arduo, contradictorio, lleno de piedras diminutas que se empeñan en quedarse pegadas a la suela.
A pesar de todo lo que ha intentado torcerme, ahora que estoy cerca de completarlo, siento dentro de mí una satisfacción tranquila, nada triunfalista, mas bien austera, como si sólo ahora comprendiera que cada paso difícil era parte de una arquitectura más grande que yo solo no habría sabido diseñar.
No existe nada que me haga sentir más acompañado que la felicidad del mundo que me rodea, y recién ahora empiezo a entender que para poder compartirla, multiplicarla o sostenerla debo antes invitarla a recorrerme la piel entera, aceptarla sin miedo.
Mi amiga Mónika me dijo hace meses que me dejara mojar por la lluvia, porque ella te reconoce, y recuerdo haber salido desnudo a la terraza una tarde lluviosa para dejarme reconocer.
Desde ese descubrimiento, modesto, desde esa certeza que no quiero llamar certeza porque la palabra no me convence, y prefiero llamar... claridad movediza -como las tierras- que me habita hoy, sé que ya no voy a detenerme, que no deseo detenerme, que este impulso que ha vuelto a nacer en mí no es un arrebato pasajero sino una forma nueva, más honesta y más mía, de caminar el mundo.
Gracias a todos los que fuisteis capaces de soportarme cuando ni yo mismo lo hacia.
G.G.

Comentarios
Publicar un comentario
No te cortes. Opina.