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Mostrando entradas de noviembre, 2025

Entre sábanas de invierno

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He amanecido temprano. Lo primero que he hecho ha sido mirar hacia el otro lado de la cama. Estaba vacío, como siempre. Y, aun así, por un instante, no lo he sentido así. He visto tu rostro. Sobresalía entre las sábanas y colchas, desde los pies hasta el cuello, como un dios egipcio envuelto en su sudario. Inmóvil. Apenas un gesto. Una leve sonrisa que hacía brillar tus mejillas. He sonreído también. Extendí la mano, acaricié tu rostro imaginado. Antes de levantarme, te arropé con el edredón, como si realmente estuvieras ahí, como si el sueño de un sábado de invierno sostuviera algo que no podía sostenerse del todo. Me quedé un momento en el borde de la cama. Observé las arrugas de las sábanas, la forma que aún conservan de ti, lo que permanece, lo que se ha ido. Escuché el silencio. No busqué que fuera distinto. Solo lo dejé ser. Salí a la cocina con la sensación de no haber despertado del todo. Preparé un café solo, fuerte. Encendí un cigarro y me apoyé en la ventana. La luz entraba ...

Amor en primera persona

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  Foto de Jamez Picard en Unsplash Llevo tiempo leyendo filosofía sobre el amor, explorando ideas y pensamientos de quienes han tratado de comprenderlo antes que yo. Hoy me atrevo a enfrentarme al amor desde un lugar más reflexivo, desde un momento en que puedo detenerme a pensar en él y en cómo lo vivo realmente. No en el amor que me enseñaron, sino en el que experimento cada día. Este texto es un intento de expresar lo que para mí significa amar, sin fórmulas, sin gestos aprendidos, con libertad, lucidez y alegría. Aquí comparto reflexiones, aprendizajes y conclusiones que surgen del estudio de Aristóteles, Kant, Fromm, Nietzsche y Simone Weil, pero también de la experiencia propia. Lo que sigue no es un tratado ni un manual: es un recorrido personal, un diálogo íntimo entre pensamiento y sentimiento, entre razón y emoción, que intenta captar la esencia de amar en la vida cotidiana. Cuando me detengo a pensar en el amor, no en el que me enseñaron, sino en el que realmente ...

FELICIDAD

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  Luz Si algo realmente importa en mi vida son las relaciones con mis seres queridos. A veces se me adelanta la lengua, y esa humedad tóxica que escupo sin querer abre un espacio de rechazo, de distancia, como una flecha envenenada que no controlo. Quien se ha detenido a conocerme —y aun así me quiere— es porque ha entendido, no sé muy bien cómo, que nunca fue mi intención herir, aunque a veces lo hiciera; que ese mismo daño, multiplicado por cien, siempre regresa hacia mí; y que dejar de querer, después de haber querido con intensidad, es una renuncia para la que nunca termino de prepararme. Hoy el día amanece lleno de luz. Anoche me costó dormir. Esperaba noticias de alguien importante. Sabía que había llegado una carta, pero la duda me obligó —o quizá me convenció— a posponer su lectura hasta la mañana. Qué estupidez. A veces el miedo nos roba horas que podrían haber sido de felicidad serena; y, aun si las noticias hubieran sido malas, el miedo nos habría arrebatado también el t...

Mercurio

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LECTURAS No puedo decir que Mercurio retrógrado no me haya zarandeado con la sutileza de un vendaval, porque lo ha hecho, pero aun así, hoy, mientras en casa empezaba a sentir la temperatura habitual, yo seguia cauteloso, como cuando regresas a un territorio propio después de una larga ausencia. Pude sentir algo de tranquilidad, una respiración más silenciosa de lo que ultimamente estoy acostumbrado a sentir. He notado la simple y rotunda felicidad de los seres humanos que tengo cerca, como si su alegría, sin ellos percibirlo, hubiera abierto una ventanilla en mi pecho por donde empezaba a entrar una luz que había dado por perdida. Hace meses tomé la decisión, más intuida que razonada, de emprender un viaje que me devolviera a ese yo primitivo, sin capas ni disfraces, al que pertenece por derecho propio el fuego errante de Sagitario, esas alas que en algún momento extravié por descuido o por cansancio, quién sabe; un viaje que imaginé liberador y que, sin embargo, se ha mostrado realm...

Soy yo

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  Sábado 15 de noviembre  Hoy he sentido una especie de sosiego que no esperaba. Ha ocurrido temprano, mientras preparaba el café. Me he sorprendido mirándome por dentro con una calma que no recordaba. Estoy empezando a estar bien. Mientras secaba un plato he sentido algo parecido al afecto, pero hacia mí. No se trata de orgullo, no se trata de drama. Es una atención nueva, como si por fin pudiera hablarme sin levantar la voz ni disculparme. Me ha emocionado más de lo que admito. He salido a la calle para comprar algunas cosas. Caminaba sin prisa, dejando que el aire ordenara mis ideas. No he necesitado alejarme de nadie, sólo ajustar un poco la distancia conmigo, que ya es bastante. Me ha parecido un gesto necesario, que antes confundía con frialdad. Hoy no. Hoy ha sido alivio. En casa he acomodado mis cosas, una camisa doblada con cuidado, un libro vuelto a su sitio, una nota que no tiro pero le he encontrado el lugar adecuado. Son detalles mínimos, pero he sentido que algo...

Vivir

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  Convertí cada gesto en un terreno minado, en un laberinto de interpretaciones que se enroscan sobre sí mismas y vuelven sobre mis propios pasos, cargando conmigo la maquinaria heredada, piezas que no pedí y tornillos que no sabía cómo apretar, y aún así pretendo que encajen, pero el equilibrio no depende de mis manos torpes.  A veces escucho desde un ángulo inclinado, con la costumbre pegada a la piel de confundir ruido con señal, de pensar que cada golpe de luz es un mensaje, hasta que la luz misma se equivoca, tantea, se desplaza, buscando el sitio donde caer y quedarse, sin herir, sin hacer ruido.  El silencio es un corredor sin fin, un pasillo donde las voces se acomodan, se mueven entre sombras, ensayan claridad intentando ponerse un traje demasiado grande y luego demasiado estrecho, y apenas después, con cautela, intentan pronunciarse.  Aquí estoy, afinando la escucha. Desmontando un motor antiguo, desarmando defensas que creía firmes, intentándolo con volunt...

Demonios

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Creo que los demonios no vienen para destruirnos, sino para recordarnos algo que hemos preferido olvidar. Creo que en lugar de expulsarlos a empujones, y tratarlos como si fueran intrusos torpes que entraron por error, debemos invitarlos a sentarse, charlar con ellos, calmar el momento, hacerlo lento. La lentitud es la única forma de entender lo que duele sin matarlo del todo.  Ellos no hablan a la primera. Se acomodan, evitan mi mirada, se rascan la nuca como niños que temen haber roto algo. Yo tampoco pregunto; he aprendido que las preguntas apresuradas hacen que todo se esconda un poco más adentro. Así que espero. Al final se atreven a decir por qué vinieron, una frase olvidada, una idea que nunca dije en voz alta, un miedo que confundí con otra cosa. Nada trágico. Pequeños rastros humanos tratando de hacerse oír.  Es extraño, pero cuando termino el encuentro, los demonios ya no parecen demonios. Son mensajeros cansados que no supieron explicarse mejor. Entonces entiendo,...

Medidas preventivas

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 Válido para cualquiera que se acerque a mi Hoy alguien cercano, amparado en el conocimiento que cree tener de mí, y en una fe rígida, un tanto fósil, en sus propios razonamientos, decidió trasladarme un mensaje a través de un tercero. Oye, he sufrido. Mucho. El teatro, como siempre, impecable. Y aun así, lo confieso, hace un par de noches tuve dos pesadillas extrañas. Yo sé lo que significan esas cosas; no me asustan, pero avisan.  Y sí, el aviso se cumplió.  Después del mal rato, del aire, de poner cada pieza en su sitio, comprendí algo elemental, no puedo seguir permitiendo que las inseguridades ajenas se disfracen de afecto, ni que los miedos de otros ocupen mi agenda emocional.  Si queremos hacer de cuidadores, lo primero que hay que hacer es aprender a cuidar. Cuidar no es invadir, ni imponer, ni corregir lo que no entendemos. Cuidar es acompañar sin colonizar. Y aunque a veces se olvide, vivimos en un estado democrático, no en una dictadura emocional.  El...

El brillo y la luz

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  Este texto lo escribí hace unos meses, en marzo de 2025. No recuerdo el motivo que me llevó a no publicarlo. Hoy lo releo nuevamente y me digo a mismo ¿por qué no? Hoy, en otro momento de mi vida, las cosas se ven con una ternura diferente, aunque siga pensando lo mismo, de tanto observar, algo se aprende. Además, hoy tuve dos veces la misma pesadilla, dura, potente... y sentí la necesidad hacerlo público. El brillo y la luz Muchas personas confunden el brillo del espejo con la luz y creen iluminar a los demás cuando solo se devuelven el propio reflejo. Hablan con claridad usando la misma voz que les sirve para ocultarse, creyendo que la transparencia puede controlar el aire que respiran otros. Miden la virtud en porciones, reparten consejos como si fueran limosnas, y aunque los gestos parecen amables, llevan siempre la huella invisible de un objetivo. Corrigen con ternura, aconsejan con un tono casi religioso, nunca pierden los modales porque en el fondo temen quedarse sin argum...

Pesadilla brillante

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  He tenido una pesadilla. No hay monstruos. No hay fuego. Solo movimiento dentro de mí. Vibración que reclama su espacio. Me levanto. Por necesidad. El cuello duele. La punción de la mañana. La aguja hundida. El dolor asciende hasta la nuca. Se expande como una pregunta sin respuesta. Lo reconozco. Lo habito. Salgo. El sol cae sobre mi cara. El aire me toca. No siento miedo. La claridad me ciega. Camino hasta el parque. Me siento en un banco. El metal tibio. Respiro. Observo sin intervenir. Todo sigue, y yo sigo con ello. Las hojas se mueven. Los niños gritan lejos. Los perros ignoran todo. Yo permanezco. Pienso en mí. Solo en mí. Mi cuerpo. Mi mente. Mi tiempo. La paciencia de mirarme. La libertad de no esperar. La soledad. No hay usencia. Hay silencio. Es espacio. Es aire. Es cuerpo y pensamiento. Imagino el futuro. No fechas. No planes. Extensión de este instante. Ligero. Sostible. Desprovisto de obligación. Ca...

Algo que decirme. Presente y memoria

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  Algo que decirme para no olvidarlo. Algo que, si escribo, podré recordar. Hay un tiempo en que sientes la relación completa. Cada gesto que haces, cada palabra que pronuncias, cada silencio que sostienes tiene peso; nada resulta irrelevante. Tu presencia basta para mantener el equilibrio, y percibes la armonía que sostiene lo que compartís. No necesitas explicaciones, no hay imposiciones: cada instante fluye, lo recibes, lo compartes, y en esa continuidad reconoces la plenitud que existe antes de cualquier cambio, la intensidad de lo vivido que prepara el terreno para lo que sigue. Ahora comprendes que nada permanece igual. Cada encuentro transforma lo que es compartido, altera su ritmo, redefine sus límites. No se trata de un error puntual ni de un cálculo equivocado; se trata de tu implicación, de cada palabra que pronuncias, de cada silencio que sostienes, de tu atención y tus descuidos, de tu intención y tu torpeza, de lo que das y de lo que retienes. Todo deja su huella,...

Creo

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No es fácil vivir sin adaptarse demasiado. El mundo exige máscaras, exige velocidad, exige que todo se diga en frases breves y se olvide con la misma rapidez. Hay que tener opinión sobre todo, sonrisa para todos, éxito visible y tristeza discreta. Pero la libertad, la de verdad, no tiene que ver con escapar de las normas, sino con mantenerse fiel a lo que uno es cuando todo alrededor te empuja a disimularlo. La libertad es poder decir “esto no me representa” sin miedo a quedarse solo. Es no necesitar el aplauso de nadie para sentirse vivo. Entender que a veces ser coherente significa perder cosas, lugares, personas, oportunidades. Pero no perderse a uno mismo.  No creo en los discursos impecables ni en las purezas morales. La pureza es una trampa que nos hace olvidar la complejidad del mundo.  Creo en la gente que se contradice, que cambia de idea, que reconoce su ignorancia. En los que aman sin estrategias, en los que ayudan sin contarlo, en los que no necesitan justificar s...

Día gris

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  Sentí la necesidad de estar en soledad, en silencio... Hoy el día amaneció feliz, muy feliz, como venía siendo habitual en las últimas semanas, pero con el paso de la mañana fue perdiendo brillo. Se volvió un día gris. Gris de esos que te afectan más de lo que deberían. Las palabras de la gente pesan más de la cuenta, se enredan en el ánimo y lo desajustan. A veces parece que todos andan un poco frágiles, un poco desbordados, y cualquier cosa basta para romper el equilibrio. Dicen que mi tono es duro. Quizá sólo sea directo. O quizá me falte paciencia. El día avanza como un carro con ruedas cuadradas, torpe, cansado, sin intención de llegar a ninguna parte. Un día triste en el que mi alma llora por dentro, igual que el cielo deja caer sus gotas. Sólo que hoy, las más pesadas, no caen del cielo. Brotan de mi interior, desde un alma dolida que busca alivio, una rendija de calma en medio de tanta espesura. He decidido salir del despacho y volver a casa, trabajar desde el refugio...

Sobre los que no se asustan

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  Anoche leí una frase de Bertrand Russell que decía que la inteligencia se mide por la cantidad de incertidumbre que uno puede soportar. Me quedé dando vueltas tratando de interpretarla. Tomé nota e intenté dormir, pero lo cierto es que me ha costado hacerlo profundamente. Suena tan simple que casi se pasa de largo, pero tiene algo muy cierto: a veces no soportamos no entender. ¿Podemos vivir continuamente entre signos de interrogación? ¿Es difícil aprender? Me he levantado pensando en ello. Quizá lo realmente difícil sea quedarse tranquilo cuando nada encaja. No correr a explicarlo todo, no fabricar razones sólo para dormir mejor. Creo que me gusta haber aprendido a quedarme en ese hueco sin llenarlo, sin necesitar tener razón. Poder decir “no sé” sin vergüenza. No convertir la duda en enemiga, sino en compañera. Soportar el no saber, y seguir ahí, sin disfrazar el miedo, se ha convertido en la forma más honesta de inteligencia que puedo mostrar. No tengo mied...

Entre etiquetas y nombres

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(Sep -2025) Me irrita, me molesta, me decepciona la gente que cree por creer y etiqueta para poder valorar. Basta que el precio baje en las rebajas para que todo sea aceptable. Corren, compran, justifican, aplauden la oferta. Todo tiene un valor económico. Eso hacemos los humanos entre nosotros, nos etiquetamos, nos medimos, y nunca nos atrevemos a mirar más allá. Nos quedamos con el precio que pagaríamos y olvidamos el esfuerzo que hay detrás. No tocamos el tejido, no nos probamos la prenda, no sentimos cómo cae sobre la piel. La etiqueta dice “lana” o “lana virgen”, y eso nos basta para decidir, aceptar o descartar. No nos interesa la suavidad, la textura, la historia del hilo, la dedicación que lo tejió. Solo nos interesa el número en la etiqueta, el valor que hemos aprendido a reconocer. Y si la prenda lleva un nombre, un sello de marca, de repente todo cambia, el tacto importa menos, la historia desaparece. Nos lanzamos a elegir, convencidos de que allí reside la verdad. Quizá sea...

El apagón

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  Bicéfalo Club Esta noche fui a ver un performance muy interesante. La artista, Carola Etche me cuenta que desde la infancia ha tenido pánico al invierno. Después de tres años viviendo únicamente en verano, se enfrenta, con su llegada a Madrid, a un nuevo invierno. Este es su segundo invierno en Madrid. La investigación y la pieza de hoy son el resultado de enfrentarse el año pasado a sus miedos, de decidir que algo podía cambiar. Carola me explica por encima el proyecto. Había realizado otra performance a mediodía; no la misma que vamos a ver, sino una complementaria, superpuesta, enredada con esta. Investiga culturas, religiones, materiales, texturas... hasta que consigue relacionar todo: el fuego, el acero, las velas negras, los puntos cardinales, el carbón, el círculo, y con todo ello, e inspirada en un ritual ancestral, da forma a la obra de arte que vi hoy. El invierno para ella, es un apagón, como un agujero negro que la anula por completo. Desde niña, cuando viajaba con...