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Mostrando entradas de agosto, 2025

Soñar jugando

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Me he despertado crítico, envuelto en pensamientos filosóficos, y lo primero que he hecho ha sido apuntar mi dedo hacia mí mismo. El cansancio físico me pesa en los músculos, me duele el cuerpo como si cargara no sólo con los años, sino con los intentos fallidos de entenderme. Me digo que me estoy haciendo viejo, que el desgaste es natural, pero en realidad sospecho que hay algo más, que la vejez no empieza en la piel ni en los huesos, sino en ese momento imperceptible en que dejamos de permitirnos soñar. Ayer fui al teatro. No importa la sala ni la compañía, ni siquiera la trama. Lo único que me importó fue la manera en que aquellos personajes se hacían viejos delante de mí. Viejos por dentro. Viejos porque dejaron que sus ilusiones se evaporaran como agua en un vaso caliente. Sólo uno de ellos lo admitía. Los otros dos vivían disfrazados de resistencia, de dignidad o de normalidad, como si en el fondo no fueran conscientes de que la derrota más dura es la que uno mismo se concede. ...

Frontera

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  El cruce de fronteras - Pixabay No me conformo con lo superficial. Mi amor y mi fuerza son elecciones, no entregas automáticas. Quien quiera acercarse debe mirar, esperar,  sostenerse en esa intensidad.     Quien no distingue la brasa entre las sombras, apenas roza el humo. Nunca el fuego. Se queda allí, donde todo parece suficiente, como si la penumbra alcanzara. Como si el ardor no reclamara más que un gesto distraído. No. Lo que arde no se ofrece en bandeja. No se reduce a la claridad inmediata. Se esconde. Se guarda. Se dilata en la hondura. ¿Qué es lo hondo? Quien no sabe esperar, quien no sabe mirar más allá de lo evidente, se queda afuera.   Vivo en mí. En mí y en el pulso que no cedo. Un incendio bajo la palma, un resplandor que pocos ven. Luna entera en un cielo invisible. Raíz que crece en el lodo. Viento que se enreda en los tejados, que arrastra nombres del pasado, que los vuelve irreconocibles. Mar qu...

Fin de ciclo

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G.G. Sé que continuar es perderse. No por falta de amor:  aquel que llenaba todo ya no habita en mí.  Lo que fue pasión y desvelo se transmuta en un cariño silencioso y profundo,  como el instante en que Pablo Milanés calla  y aun así su voz persiste en la memoria.  Amé como quien cree que el amor sostiene la vida entera,  como quien confunde su intensidad con permanencia.  Pero incluso lo absoluto tiene un tiempo;  insistir es sombra sobre sombra,  memoria confundida con presente.  Escribo para liberarme,  para cerrar un ciclo que quema y arrastra,  para dejar los recuerdos que hieren en el camino y reconocerlos sin que me retengan.  Como aquel instante de Pablo,  cuando la ausencia se vuelve presencia y el amor habita lo que queda,  no lo que se fue.  Aceptar el fin no borra lo vivido:  sostenerlo como huella,  como parte de lo que soy,  sin permitir que defina lo que sigue.  Hoy lo dej...

Arte povera

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No tengo muy claro cómo he despertado hoy, este domingo raro que no se parece a los demás. No diría que estoy bien ni mal, simplemente estoy distinto, como si me hubieran cambiado piezas durante la noche y ahora tuviera que acostumbrarme a esta versión extraña de mí mismo. Me busco en lo que quedó de la madrugada. Las vueltas en la cama, el mal dormir, esa sensación de despertar sin tener claro dónde estaba. No literalmente, claro, sé perfectamente el lugar, pero al mismo tiempo no lo reconozco. Es un escenario que se supone conocido, casi rutinario ya, pero que de pronto se me presenta como si fuera nuevo, como si alguien hubiera movido las paredes de sitio mientras yo dormía. Supongo que eso tienen las vacaciones, que te arrancan de tu mundo habitual para lanzarte a otro que en teoría debería ser relajante, pero que a veces se siente más como un decorado mal montado. Yo no hablo de realidades, porque a estas alturas ni siquiera sé muy bien qué es lo real y qué no.  Puedo descri...

Economía de claridad

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  La simpatía no se negocia. La antipatía golpea sin más. Todo lo demás son gestos medidos, palabras que tintinean a cortesía, sonrisas afinadas.   Debajo, la verdad espera. Oscura. Paciente. Invisible a quienes buscan brillo.   Los grises existen para los que creen que todo puede unirse si se insiste lo suficiente. Pero el cinismo camina entre ellos. Pisa leve. Mira profundo. Registra máscaras, hilos cosidos sobre fragilidad.   No es dureza. No es maldad. Es economía. Economía de claridad. Ver lo que es, sin adornos, sin cuentos. Aceptar la contradicción. Disfrutar la hipocresía. No fingir armonía.   Mejor un rechazo que se posa que mil afectos inventados.   La claridad abruma. Golpea. Despierta. Es lo único que respeta lo real. Lo único que deja respirar a quien la mira.   G.G.  

La piel del aire - Me (V)

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  Me recuesto sobre la arena negra. Los pedazos de roca se funden con mi cuerpo como si lo reconocieran. La brisa viene del mar, y el horizonte se despliega ante mi ojos, mirada limpia, sin interrupciones, uniendo cielo y agua en un azul que limita el pensamiento, lo detiene.  A un lado, entre las piedras, percibo algo que no me pertenece, me trasciende, un resto de mí mismo que se deja tocar de nuevo. En la quietud, comienza la exploración de lo que existe y lo que simplemente se insinúa. La piel de aire De lo fatuo, la lámpara que jamás se ofrece al cuerpo, simulacro de calor que quema los ojos, espejismo danzando sobre el lodo seco. De lo vacuo, la habitación donde los silencios se niegan, la palabra se hunde en su propio pozo, la esperanza es cristal sin reflejo, y brilla como un espejo ciego. A veces se rozan. Cuando lo hacen: luz que engaña, hueco que engulle, resplandor sin dueño, temblor sin historia, latido que arde, y a veces… a veces, queda sólo el temblo...

Despertar al atardecer

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Nada vale más que la serenidad que se instala, cuando uno se sabe libre, dueño de su voz y de sus pasos y acepta que a la vida, ni se la arrebata, ni se la empuja, hay que dejarle su tiempo, su espacio... Dejo que se acomode en mis manos hasta hacerla mía, sin prisa, sin atajos. Descubro la felicidad como un estado discreto en el que soy capaz de dejar de huir de mi mismo y, la nostalgia como la consecuencia inevitable pero luminosa, de haber sabido vivir, dejando que la vida se me quedara pegada en la piel. Estado discreto  La serenidad es, como esa inquilina sin contrato,  que se instala, redibujando la casa que creí mía.  Soy dueño de la voz,  y la vez,  dueño de unos pasos que dudan siempre si avanzan por la acera correcta o la contraria, pero nunca de hacerlo hacia el frente. No trato de arrebatarla a la vida, tampoco la empujo: los trenes se retrasan incluso cuando parten a tiempo. Sólo queda ofrecerle un banco vacío,  un hueco en la mano y esper...

Pastor de pensamientos

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Un espesor de piedra se derrama en la penumbra, la ciudad duerme bajo faroles pálidos, y la fachada de Cano se alza ante mí como un acantilado mineral. Al fondo, un murmullo apenas audible me transporta a otra geografía:  un rebaño sin nombre se disgrega en los escalones de la Catedral.  Yo, pastor ausente,  cuento pensamientos en vez de ovejas,  cada idea una ramita,  cada desvelo un pedazo de pasto disperso,  y yo, ausente,  flotando entre mil derivas,  soñando amapolas en tierras que nunca camino.  El cansancio desconoce el destino.  La belleza nunca salva.  La belleza nunca hiere.  La belleza apenas acompaña,  como la sombra de un árbol acaricia un adoquín abrasado,  a la espera de que la noche abra su telón de estrellas.  Me nombro bucólico,  incomprendido,  extraviado entre campo y ciudad,  entre pasto y piedra,  entre lo que miro y lo que sueño. G.G.

Nueva(mente)

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Ilustración: "Un abrazo en el sofá". Laura Carrillo Rodriguez Se acerca el día. Mi primer libro de poesía no tardará en publicarse. Mente en Blanco , se titula. Es un reflejo de un tiempo en que todo parecía mezclarse sin orden alguno, el dolor, el amor, la inocencia, el miedo… demasiado de todo. ¿El resultado? No lo sé. No es un logro. Tampoco una lección aprendida. Es algo más confuso, más extraño, algo que no encaja en palabras como “madurez” o “crecimiento”. Es lo que quedó de mí cuando todo eso chocó y siguió vivo, insistente, reclamando ser sentido, pensado, escrito. Hoy he dormido ligero, como soñando despierto. Las horas pasaban mientras los versos se ordenaban lentamente en mi cabeza, preparándose para ser escritos al levantarme. Con el café caliente en la mano, de forma lenta pero fluida, como siempre. No sé por qué, pero algo dentro de mí me dice que esta poesía debería haber estado incluida en el libro, ser la última, el broche final… pero eso ya no puede ser....

Jaulas invisibles

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  Hace unos días empecé a leer Manifiesto Contrasexual de Paul B. Preciado, y me está removiendo más de lo que esperaba. Habla del binarismo hombre/mujer como una estructura política y económica que ha tejido la vida durante siglos, y de cómo ese orden no es natural, sino fabricado para mantener el poder. Esa idea me obliga a mirar hacia fuera y hacia dentro al mismo tiempo, como si de repente viera las costuras de algo que siempre creí liso. Pero, en realidad, esa sensación me acompaña hace tiempo. Lo he dicho en textos míos, como uno que escribí después de la cena de Nochebuena con la familia, el pensamiento crítico está desapareciendo. Es una idea que me ronda desde hace tiempo. Ayer vi un video que lo explicaba con claridad. Los poderes están conduciendo a la sociedad hacia el no pensar, hacia una reducción paulatina de nuestra capacidad cognitiva. No es un hecho aislado ni repentino. Es una corriente lenta y silenciosa que nos arrastra sin que lo notemos. Y no ocurre en e...

Cómo pierdo la vida (y me río un poco de eso)

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  Hoy, mientras desayuno, las ideas me invadieron de golpe, como ese montón de gente sin boleto que se cuela en el tren y no sabes dónde meterte. Pensaba en lo complicado que es ser humano, y al mismo tiempo, en lo ridículamente sencillo que somos cuando se trata de lo que realmente nos hace sufrir o preocupar. Somos un lío raro. Por un lado, cada uno con su sistema operativo único, lleno de traumas, experiencias y manías que nos hacen especiales. Pero por otro, incapaces de entender qué merece nuestra atención y qué debería pasar desapercibido. ¿Sabes qué es lo más absurdo? Que somos unos maestros en no poner las cosas en su sitio. Una fila que no avanza nos destruye el día como si fuera una tragedia griega. Una frase fuera de lugar se vuelve el inicio de una guerra mental interna. Y un olvido mínimo, que ni siquiera fue intencional, termina siendo una traición que revivimos una y otra vez. Vivimos en un ruido constante que no nos deja escuchar la vida de verdad. Y cuando tene...

La flecha que dejó entrar la luz

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San Sebastián Mártir es considerado por muchos como el santo de los LGBT+. / Imagen: Historia Arte   Tuve la rara oportunidad de sentir la felicidad en el cuerpo de otro. No en su gesto. No en una risa. En el aire tibio que salía de su boca, cargado de palabras que parecían haber dormido durante años en una habitación cerrada. Venían de un cuerpo melancólico, habituado a vivir con las ventanas entornadas, como si un viento demasiado claro pudiera borrar el color de las paredes. Fue un instante. Una grieta invisible. La luz entrando por la llaga del pecho como el primer rayo de sol en una casa abandonada. No un milagro. No un triunfo. Solo el sonido preciso de una flecha soltándose y rodando hasta perderse bajo la cama. San Sebastián travestido. No el mártir dorado de los retablos. Un cuerpo común, agujereado, que había aprendido a hacer de sus heridas pequeñas claraboyas por donde entraba el aire fresco. Y esa tarde, con esa calma de quien sirve café a la visita, ofreció a los suyo...

La flor que no sabe del sol

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A veces, la vida gira de forma inesperada. Me detengo a pensarlo, como quien deshoja una flor sin esperar respuestas. Busco la relación entre lo que sucede y nuestros actos, aunque a menudo el mapa parezca trazado por un azar ciego. Caprichoso. Pero hay algo más, algo que no se ve, pero puedo intuir, una correspondencia secreta entre lo que somos y lo que llega, como si el mundo no fuera tanto lo que nos rodea, sino una extensión misteriosa de nuestra búsqueda interior. Una búsqueda constante. La vida, pienso, no es una línea recta, ni la suma de decisiones lúcidas, ni siquiera una narración coherente de nuestro destino. Es más bien una flor, una forma viva que se abre hacia la luz, aunque ignore dónde está el sol. Una flor que crece sin entender del todo su suelo, que a veces se cierra para protegerse del frío, que aprende a esperar la lluvia y sobrevive al viento. Una flor sin prisa, pero sin tiempo que perder. Si hay algo de lo que sabe, es de lo efímero. Quiere sentirlo todo....

Arquitectura del YO

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Esta noche… no sé… esta noche soy más yo que nunca. Como si algo se hubiera movido dentro, un velo, una membrana... una puerta vieja se abrió sola. Necesito gritar. Sí, gritar aunque no haya palabras, aunque no me alcancen las cuerdas vocales, aunque sólo logre exhalar un aliento mudo que ni siquiera roce mis propios oídos. Gritar. Fuerte.  Algo quiere salir de mí, algo que me habita y al mismo tiempo me desconoce, algo que necesita ser visto. No por nadie. Por mi. Lo dejo escapar, dejo que sea cuerpo fuera. Libre, independiente, para que la razón, pueda entrar.  Entonces, no necesitaré nada. Seguiré caminando.  Como caballo con anteojeras, sin distracción. Eso si, mis guiñadores, siempre me dejarán ver mas allá. Nunca me pareció inteligente mantenerme a flote entre lo obvio. Lo que parece ser, no es. Nunca lo es. He aquí mi grito: Las formas se repiten. No es necesidad. Es hábito. Lo incompleto se descarta. Lo invisible, se traduce a estructuras cómodas, a símbolos de ...

Sol

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Amanecer respirando mientras el sol invade el dormitorio, es, quizá, lo más parecido a entender algo sin pensarlo. La luz entra conquistando el espacio, con una claridad indiscutible. No hay un porqué. El cuerpo despierta por partes, recorriendo la habitación con los ojos cerrados. El día ha empezado y no hay nada urgente que decirle. El polvo flota con la calma, hoy no será barrido. Las sábanas arrugadas no tienen historias que contar. El aire es refugio y cómplice.  El mundo no ha notado la pausa. G.G.