Nueva(mente)
Se acerca el día. Mi primer libro de poesía no tardará en publicarse. Mente en Blanco, se titula.
Es un reflejo de un tiempo en que todo parecía mezclarse sin orden alguno, el dolor, el amor, la inocencia, el miedo… demasiado de todo.
¿El resultado? No lo sé.
No es un logro. Tampoco una lección aprendida. Es algo más confuso, más extraño, algo que no encaja en palabras como “madurez” o “crecimiento”. Es lo que quedó de mí cuando todo eso chocó y siguió vivo, insistente, reclamando ser sentido, pensado, escrito.
Hoy he dormido ligero, como soñando despierto. Las horas pasaban mientras los versos se ordenaban lentamente en mi cabeza, preparándose para ser escritos al levantarme. Con el café caliente en la mano, de forma lenta pero fluida, como siempre. No sé por qué, pero algo dentro de mí me dice que esta poesía debería haber estado incluida en el libro, ser la última, el broche final… pero eso ya no puede ser. Como tantas otras cosas en la vida. Hay tantas que no pueden ser.
Mente en Blanco se ordena para renacer, para mostrarse nueva(mente). Deja al descubierto un sendero, uno más de los muchos caminos que me faltan por recorrer. Amanece el día confirmándome que el libro de mi vida no ha hecho más que comenzar.
Eso era un instante antes de que la luz decidiera quedarse conmigo. Antes de que el aire se llenara de voces calladas, recuerdos de lo que fui y de lo que aún puedo ser. No hay cierre, no hay punto final; hay un párpado que se abre y descubre un mundo que sigue moviéndose, lento y obstinado, mientras yo observo desde el borde de mi propia claridad.
Mente en Blanco no está cerrado. No es una victoria, y por tanto, no es consuelo. Es una mano tendida hacia lo que todavía no tiene forma, hacia la poesía que se rehúsa a ser definida, que insiste en ser vivida antes que comprendida.
Mientras tomo otro sorbo de café y siento el calor subir desde las manos hasta el pecho, me doy cuenta de que lo que escribí no es un libro terminado. Es una puerta. Una puerta que se abre a todas las puertas que vendrán, a todos los caminos que aún no conozco, a todos los nombres que aún no he pronunciado y a todos los silencios que todavía me enseñarán a escuchar.
Al final, todo esto, el dolor, el amor, la inocencia, el miedo, sigue aquí. No se cierra, se multiplica, se confunde, enseñándome que vivir y escribir son un mismo acto. Que debo prestarle sentido a lo que insiste en no tenerlo.
Mente en Blanco se convierte en memoria y en futuro al mismo tiempo, en un libro que se abre cada día que respiro. Y así escribo el siguiente peldaño de la escalera de la vida, gritando lo que quiero y no quiero, con miedo, si, pero sin esconderlo, con seguridad, con responsabilidad.
Equilibrio emocional
si la claridad aún no se ha decidido
entre acariciar la superficie de las cosas
o desollarlas hasta dejar a la vista
su mecanismo más frágil,
ese que sólo funciona cuando nadie lo mira.
si el pulso todavía confunde la temperatura del abrazo
con el frío impecable de las estatuas,
ni la tersura de una piel dispuesta a quedarse
con el cristal que, por reflejar,
cree que también sabe tocar.
si la risa que ensayas
lleva demasiado tiempo prestada
y amenaza con oxidarse en la comisura
antes de que el aire la pronuncie.
si la sílaba que guardas
ya ha olvidado a quién nombraba,
si al salir pudiera confundirse
con una orden, con un disparo,
o con la llave que cierra la puerta por dentro.
Sigue andando,
como el barco que se desliza por un mapa sin mares,
que confunde el azul de la tinta
con la promesa de un puerto.
Pero si la luz se detiene
en la exactitud de un hombro que no huye,
permite que te lea la piel como un párrafo sin puntos.
Si la materia que rozas
late con tu mismo retraso,
si su temblor reconoce el tuyo,
tócala como quien advierte
que no está perdido sino recién llegado.
Si la risa que emerge
desarma la gravedad de la lengua,
déjala caer hasta llenar los bolsillos del suelo.
Si la palabra que aún no dices
se arrodilla para sembrar y no para implorar,
déjala hundirse en la tierra blanda
donde incluso las raíces saben olvidar el daño.
Y quédate,
como el farol que brilla para los que no preguntan,
como la huella que no necesita confirmación
porque ya ha aprendido a quedarse
en los lugares donde fue invitada.
G.G.

Si esto lo escribiste hace ya un tiempo atrás.
ResponderEliminarLa mente en blanco si es tu primer peldaño en la escalera de tu vida como será el siguiente y el otro y el otro.
Impresionanteee. Sigue sin parar pero despacito y buena letra.
Te lo agradezco en el alma. Me gustaría saber quien eres.
ResponderEliminarEsta semana ando un poco más sensible de lo normal, lo que me lleva a escupir sentimientos como recurso para encontrar el equilibrio.
Paula. Los apellidos los conoces de sobraaaa. Jaaaaa.
ResponderEliminarAh. No dejes de decirme cuando sale tu libro para comprarlo y bajar unos peldaños y me lo dediques.
ResponderEliminarClaro. Yo tendré ejemplares. Te avisaré.
EliminarComo siempre, me encanta!!!!!!
ResponderEliminarGracias!!!!
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