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Losa

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  No es una idea lo que te ronda, sino el pensamiento constante de aceptar que cometiste errores que aún no sabes aceptar. No buscas el perdón de nadie, ni lo necesitas. Buscas perdonarte a ti, de una vez por todas, por no haber sabido elegir el camino correcto, por no haber puesto límites cuando era el momento, por no haber tenido el valor de decir no. La consecuencia la conoces de memoria: rabia. Una rabia silenciosa, acumulada, que se fue cocinando dentro de ti durante años, sin que quisieras verla. Creíste que no la notabas, que se escondía en algún rincón sordo de tu conciencia, pero sí lo sabías. Siempre lo supiste. Lo que hiciste fue construir máscaras, una sobre otra, para ocultar lo que dolía, para no preocupar, para no dañar. Máscaras que, con el tiempo, acabaron por asfixiar la parte más viva de ti. Te convenciste de que el silencio era protección, pero el silencio, cuando se prolonga, se convierte en fuego. Y cuando reventaste, lo hiciste sin control, abrasando brut...

Tristeza

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Mi editor dice que no escriba introducciones. Que deje los poemas solos, que sean cuerpos que respiren por sí mismos. Siempre he sido un rebelde. Hoy me rebelo menos contra él y más contra el yo que aprendió a no agradecer. No sabe que me sostiene. Que cada corrección es un salvavidas. Que en sus silencios aprendo a escuchar. Que en su paciencia descubro un refugio que no sabía que necesitaba. No hay palabras que alcancen, no hay disculpas que quepan, solo versos que guardan su huella y un “gracias” que se esconde entre ellos. Ayer reventé. No fue el estallido lo que dolió, fue la conciencia precisa del punto en que la tela cedía, esa frontera sutil entre el peso que aún cargo y el que se vuelve memoria. Residuo. Forma torpe de ternura. Tristeza. Sustancia que recojo día tras día. Arena de playa blanca. Bordes de mi mochila que borran las lindes de un tejido sin fuerza. Hilos ingenuamente humanos, convencidos de que el cariño puede servir de estructura. Y no. Fueron cediend...

Apunte para un día gris

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  Siempre puedes cubrirte de la lluvia, aun con el agua hasta el cuello Quiero ser humilde y empezar por asumir que no sé si mi escritura es arte o escape. Tal vez sea las dos cosas, o ninguna. Poco importa. Escribo porque siento, porque me muevo en el mundo con mis pensamientos y emociones, y necesito darles forma. Nombrar la tristeza no significa que esté “mal”, ni que haya fracaso en mi vida. Simplemente significa que la reconozco, que la acepto como un hecho natural de existir, con la misma normalidad que la alegría. La tristeza no es enemiga, ni tampoco un peso que deba disimular; es solo una parte de la experiencia, una pieza de la totalidad que compone la vida. Los estoicos decían que no debemos huir del dolor, que enfrentarlo con claridad y conciencia nos hace más fuertes y nos permite vivir de manera más completa. Nietzsche sostenía que el sufrimiento es inseparable de la existencia y que comprenderlo nos hace más profundos, más humanos. Yo intento algo parecido: no glor...

¿Estamos locos o qué?

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¿Estamos locos o qué? La pregunta misma ya es sospechosa, porque implica que existe un estándar de cordura al cual podemos ser comparados, y que alguien, la sociedad, la razón, la historia, tiene autoridad para medirnos. Reviso textos de filosofía, empiezo por Foucault. La locura no es un accidente del pensamiento, sino una construcción del poder. Lo que hoy llamamos “loco” fue en otro tiempo un marginal, un visionario o un hereje, y los manicomios no solo encerraron cuerpos, sino que encerraron la forma de ver lo que es aceptable, creando un simulacro de normalidad donde la disidencia mental parece irracional. En Verdad y poder , Foucault dice: "La verdad es de este mundo; es producida en este mundo gracias a múltiples imposiciones, y produce efectos regalados de poder: Cada sociedad posee su régimen de verdad, - su política general de verdad - ...", es decir, cada sociedad nos vende su discurso. ¿Absurdo? Así lo señaló Camus. Quizá no estamos locos, sino conscientes del...

Luna nueva

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  Hubo un tiempo en que creí ser feliz. Tal vez lo fui, aunque no con la intensidad que ahora imagino. Porque la felicidad, cuando la vivimos, no se parece nunca a lo que después recordamos, es una brisa que pasa y apenas roza la piel, pero deja su huella en lo invisible.  Todo se fue virando sin que yo me diera cuenta. La tranquilidad se fue desprendiendo de las horas como la corteza vieja de un árbol, y el aire, ese mismo aire que antes olía a calma, se tornó distinto, más denso, más esquivo. La noche cayó sin aviso, y la oscuridad fue haciéndose fuerte poco a poco, hasta apagar la luna que me habitaba. Pienso en Bárbara, en la luna que Dulce María Loynaz enterró en su jardín, aquella que cayó del cielo una noche de verano y se rompió en pedazos. Me reconozco en esa imagen, porque hay momentos en los que la vida también se nos cae encima con todo su peso, y no queda más remedio que recoger los fragmentos, los trozos de luz desperdigados entre la tierra húmeda del alma. Descu...

Exilio

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  Qué sensación tan extraña la de volver a casa tras años de exilio. Sí, exilio. Puedes llamarlo voluntario, pero sabes que, una vez te sientes oprimido, no tienes más remedio que huir, dejarlo todo atrás sin saber qué te vas a encontrar ni cuándo podrás volver a ver a tu familia. Podría parecer el inicio de una novela, pero no lo es. Es una realidad tremenda y cruda. Deberías detenerte a revisar tus propios niveles de crueldad. Has dejado de ponerte en la piel de los demás, de intentar comprender sus sentimientos, sus pensamientos, sus miedos y sus deseos. Mencionas deseos en el sentido deleuziano, deseos maquínicos, necesidades que se generan inconscientemente por el devenir de los acontecimientos, y no hablas solo de los exiliados, por ponerles un nombre, sino también de ti mismo, exiliado sin darte cuenta, expulsado de tu propio yo, entrelazado en el rizoma manipulador del sistema. Tratas de revolverte dentro de ti, de reorganizarte. No de renacer de las cenizas que la vida va ...

Volver a mí

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Imagen| Alek Briel Nada de lo que fui me define. Todo lo que soy lo elijo hoy. El día que abrí este blog lo hice con la intención de contar lo que nadie cuenta. Lo que todos escondemos por miedo a mostrarnos como somos, o simplemente porque creemos que forma parte de nuestra intimidad. Y yo me pregunto: ¿por qué tenemos tanto miedo a mostrarnos tal cual somos? ¿Para encajar? Soy consciente de que este tipo de textos o no interesan, o interesan poco, y menos, pero sinceramente, y aunque resulte vulgar, me trae al pairo. Así soy yo. Es cierto que todos debemos guardar una parte íntima para nosotros mismos. Pero también es cierto que, si deseamos relacionarnos con otros y establecer vínculos reales, debemos abrirnos más. A mí no me importa desnudarme. A mí no me importa mostrarme. A estas alturas tengo claro, muy claro, que, si no me muestro tal cual, no seré capaz de encontrar con quién relacionarme que me acepte tal cual soy. Una persona con debilidades y con miedos. Y quien no esté dis...