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Mostrando entradas de abril, 2025

Donde comienza el blanco. "El oráculo de los Dioses". Evelyn Corvea.

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  Cuando empecé a escribir Mente en blanco , mi primer libro de poesía que verá la luz en breve, no imaginaba que ese concepto, tan etéreo, tan inquietante, acabaría conectando con un lenguaje corporal, simbólico y espiritual como el que propone Evelyn Corvea en su taller El oráculo de los dioses . Sin embargo, la vida tiene esas formas de cerrar círculos invisibles, y eso que yo, particularmente yo, creo que los círculos, no acaban nunca de cerrarse, no existe un fin, nunca regresas al principio.  Su propuesta nace en un lugar llamado Espacio en blanco (Lavapiés - Madrid). La coincidencia, más que casual, es sin duda alguna, una invitación que no puedo rechazar. La mente en blanco, para mí, no ha sido nunca un vacío sin contenido, sino una zona liminal, un terreno fértil donde el pensamiento se deshace y algo más profundo comienza a emerger. Un territorio de silencio en el que se suspenden los juicios, las formas fijas, las identidades forzadas. Un espacio radicalmente a...

Optimismo

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Soñé que volaba, y al despertar, seguía en el aire. El sol salió, justo después de mi ánimo.  Brindé con el primer vaso de agua. Salud por otro día que no se repite. Me puse música de los 80's para lavarme los dientes como si fuera al encuentro del destino. Me miré al espejo y nos aplaudimos. No por vanidad. Por resistencia alegre. Hoy desayuné con ceremonia, como quien celebra estar aquí. El pan se tostó perfecto. El universo guiñó un ojo. No esperé señales. Fui yo mismo la señal. Le hablé a la planta y le conté mis planes. No respondió, pero me dio una flor. Elegí una camiseta de colores. No combinaba con nada. Eso era lo mejor. Abrí la ventana. Entró el mundo. Lo saludé con ganas. No escribí mensajes. Llamé. La voz importa. La risa se comparte mejor en directo. No hice promesas. Hice café. Y un plan de conquista del día. Mi alegría no necesita excusas. Mi entusiasmo no está negociando. Mi vida, hoy, es una ovación interna. Entre pasos rápidos y ganas infinitas, hago de este mart...

"Niñes" el Apagón!!

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Te has levantado de un brinco, casi sin darte cuenta, como en tiempos de "niñes", cuando bastaba abrir los ojos para que la ilusión por un nuevo día te empujara fuera de la cama. A pesar de la alergia, los estornudos, los ojos hinchados, la sensación molesta de llevar encima un peso que no ves, no dudaste. Ni siquiera te tomaste el tiempo de pensarlo dos veces. Era esa misma energía de entonces, esa manera de plantarle cara a la vida sin pasarla por ningún filtro. La mañana empezó con la sensación de llevar una pequeña china en el zapato, casi imperceptible pero ahí, rozando en cada paso. Ese peso que no ves, del que hablaste antes. Y aunque trataste de olvidarlo, fue un mensaje no leído desde el viernes, y que no dabas con él, el que terminó de entender la molestia. Nada dramático, pero sí suficiente para obligarte a parar, sentarte en el banco mental de la jornada, desatar el cordón, sacar la piedrecita y seguir caminando más ligero. Mucho más ligero. Todo parecía avanzar c...

Carta a mi mismo

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  No he llegado hasta aquí siguiendo la mano de otros, ni movido por un deseo ajeno. He llegado porque elegí, unas veces bien y otras equivocándome. A veces no supe quererme lo suficiente para elegir distinto. No fue ignorancia, sino falta de coraje. A veces, incluso viendo, decidí no ver. Deconstruirme ha sido desmontar esas decisiones, sin disfrazarlas de necesidad ni adornarlas con promesas. Tomar la decisión de no volver a traicionarme, de no perderme en mi propio laberinto . No me culpo. Escribo para abrazar lo que no supe, lo que no pude, lo que me llevó a reconocer, por fin, que la libertad comienza en la mirada del autoreconocimiento. He aprendido que respetarme es escuchar con seriedad la intuición primera, esa que sabe sin necesidad de explicaciones, esa que no se confunde con el ruido del mundo ni con las voces ajenas. Que la felicidad no es euforia, ni plenitud constante, sino una lealtad profunda a lo que vibra en mi interio...

No quiero romper al decir

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  No levanto la voz, pero mi verdad retumba como trueno en campo abierto. No hay veneno en mi lengua, solo palabras que no aprendieron el arte de los pliegues. Digo lo que veo, lo que siento, lo que arde. Y a veces olvido que hay oídos que tiemblan, que hay corazones que no saben desatar los nudos sin desgarrarse. No busco herir, pero sé que hiere mi modo seco de sembrar certezas en tierras aún blandas. Mi voz no es piedra, pero a veces cae como si lo fuera, sin medir el peso, sin pensar en el temblor. Me pesa cada lágrima que no supe evitar, cada silencio que dejé sin abrigo, cada mirada que me acusa de haber sido demasiado exacto, demasiado pronto, demasiado yo. Y sin embargo, no quiero callarme. Quiero aprender a decir sin romper, a mostrar la verdad sin arrancarla de cuajo, como quien poda sin deshojar el alma entera. G.G.

Y entonces, soñaste

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Laia García. Confrontación. 2025 Has aprendido, por fin, a mirar de frente. A no esconderte detrás de los porqués, ni de las excusas bien entrenadas. Fuiste a la inauguración de la exposición, "La habitación cerrada", de Miguel Ángel Erba y Laia García, en la galería de arte de la calle Hermosilla en Madrid, Herrero de Tejada. En la nota de sala decía:  "Para soñar verdaderamente hay que desocupar el yo. Dejar que la ensoñación nos sueñe. Habitar el sueño como quien vuelve a un lugar que conoce pero no recuerda. Hay que volver a habitar estas imágenes para convencernos de que fueron nuestras. Soñar es entonces habitar lo inestable, permitir que el sueño nos atraviese, nos desborde y nos reviente"  Victor Hugo, En Voyage: France et Belgique. 1837m, citado en Gaston Bachelard, La poética de la ensoñación, FCE, 1996. Según María García Marqués, Comisaria de la exposición: " La figura que aparece en estas pinturas no es reconocible, no representa a alguien . Se pre...

Estar en Paz.

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  Hay una tranquilidad que no se finge. Llega sola, cuando ya no hace falta discutir, ni ganar, ni tener razón todo el tiempo. Es una calma que aparece después de muchas idas y vueltas, cuando uno empieza a entenderse de verdad. Hoy me siento bien. Estoy en casa, con una copa de vino y Almendra entre las manos, el libro de Won-pyung Sohn que narra la vida de Yunjae, un niño con alexitimia, una condición neurológica que le impide identificar y expresar sus emociones. No es que no quiera sentir, es que no puede. Y eso me conmueve. Qué difícil debe ser vivir sin entender qué te pasa por dentro. Sin poder nombrarlo. Sin poder compartirlo. Mientras lo leo, pienso en cuánto valor tiene poder sentir, pero también en lo necesario que es aprender a manejar lo que uno siente. No se trata solo de dejar que las emociones fluyan sin control, sino de saber encauzarlas, darles un lugar. Entenderlas, para que no nos arrastren. Pienso también en Simmel, que últimamente vuelve a cruzarse en mis lec...

Instrucciones para desviarse

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  Hoy te has levantado con el propósito de avanzar en el máster. Toca estudio, concentración, Kant y Rousseau. Tenías que preparar una intervención sobre el sujeto ilustrado, la voluntad general, la razón práctica. Qué maravilla. Y sin embargo, como ya viene siendo costumbre, te has desviado. En lugar de escribir ese ensayo que debes entregar el día 22 de abril, estás aquí, redactando pensamientos que nadie ha pedido, hilando reflexiones que no figuran en el programa de estudios. Muy bonito todo. Muy responsable. Y sin embargo… no puedes evitarlo. Has llegado hasta aquí, solo. No por elección, sino por consecuencia. No por despecho, sino por lucidez. Has desandado el camino del deber y del deseo, y te has descubierto en medio de una intemperie que no esperabas, sin abrigo alguno salvo tu propia conciencia. Lo entendiste tarde, quizá, pero a tiempo. Que no había ley moral universal que pudiera sostenerte cuando la estructura interna comenzó a colapsar; que la supuesta armonía del mu...

El filo de la palabra y la ternura del vínculo. Una máscara menos. Más intensidad.

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  Llevo casi un mes escribiendo sobre esto. Sobre la amistad. Sobre lo que para mí significa. He llenado notas, frases sueltas, tachones, y ayer publiqué en mi blog un texto que titulé No es un adiós, es un hasta siempre , acompañado de una poesía que hablaba de la necesidad de tomar distancia cuando una amistad se vuelve demasiado pesada, cuando la intensidad empieza a ahogar más que acompañar, y cuando te das cuenta de que no hay un verdadero entendimiento. No ha sido fácil escribirlo. Porque la amistad, cuando es verdadera, duele incluso cuando se fractura sin romperse. Este texto que comparto ahora no surge de un impulso repentino. Es una reflexión masticada, sentida, vivida. Es el resultado de todo lo que he ido pensando durante este tiempo. No sobre lo que los demás creen que es la amistad, sino sobre lo que para mí significa. Y por eso no puedo hablar desde un lugar neutro, ni tibio, ni académico. Hablo desde mí. Desde lo que soy y desde cómo entiendo el vínculo cuando real...

Insomnio

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  Anoche no podía dormir. Hasta las tres y media de la mañana, el pensamiento se volvió una sala sin ventanas, todo lo que no había dicho caminaba por dentro, sin zapatos y sin miedo. No era tristeza, era otra cosa. Algo parecido a la necesidad de entenderme desde otro ángulo, como cuando se gira un papel arrugado y de pronto se lee un mensaje. Escribí. No sé si eran versos, notas, fragmentos, pero ahí estaban. Inconexos, sí, como si cada línea hubiese llegado de otro tiempo o de otro yo. Y, sin embargo, todo tenía sentido. Como esos papelitos escondidos en las galletas de la suerte que, aunque vagos, parecen hablarnos a solas. No quiero que esas palabras se pierdan como historia efímera. Porque lo que se escribe sin dormir también pertenece al día. Y a lo que viene. Ninguna tiene título, pero no les hace falta. 0. La dignidad se esconde a veces bajo capas de polvo que nadie barre. No hay forma definida en lo que se rompe sin ruido. Un gesto, apenas un parpadeo, puede arrastrar sig...

No es un adiós, es un hasta siempre

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  Hay decisiones que no llegan con estruendo, sino con el susurro firme de la claridad. A veces no hay un motivo único ni una escena final. Solo el cuerpo, la mente, el alma toda, aunque no sepamos bien dónde se aloja, empiezan a entender que algo ya no es refugio, que no abriga, que se ha convertido en un lugar donde el silencio pesa más que la presencia. Poner un punto final no siempre es un acto de ruptura. A menudo es una forma de cuidado. Un gesto amable hacia uno mismo, una manera de proteger la paz que hemos aprendido a construir. No se trata de renunciar por miedo, ni de cerrar por orgullo, sino de reconocer que hay vínculos, caminos o historias que, por más que nos duelan, ya no tienen un lugar justo en el presente.  Aceptar esto no significa dejar de querer, sino aprender a quererse más. Entender que el cariño no se mide por cuánto se insiste, sino por cuánto se respeta. Y que alejarse puede ser, en ocasiones, la manera más honesta de permanecer fiel a uno mismo. Cer...

El olvido de lo compartido

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  Tengo mucho que decir, muchas palabras encerradas queriendo salir. Estoy escribiendo un ensayo sobre G. Simmel, y me paro a pensar en su concepto "blasée", esa actitud humana completamente desensibilizada, alienada por la metrópoli y la vida social.  No se trata de lo pronto que se nos olvidan las cosas, sino de todo aquello que ni siquiera llegamos a recordar porque vivimos en un individualismo tan absoluto, tan cuidadosamente construido por el sistema social que nos rodea, que ya no nos parece importante. Ni capitalismos, ni comunismos, ni repúblicas, ni autocracias. No es una cuestión de etiquetas. Hablamos de un sistema económico que ha perfeccionado la idea de que el mérito es exclusivo, que el esfuerzo es propiedad privada y que el éxito tiene una sola firma: la nuestra. Y no. No es así. Al menos yo, no lo veo así. Se nos olvida que si hemos llegado hasta aquí es porque alguien nos trajo al mundo. Alguien nos parió con dolor y nos sostuvo en brazos cuando ni siquiera ...

En piezas. Completo. (Layla. Amrou Al-Kadhi. 2024)

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Esta tarde vi una película que no sabía que iba a deslizarse tan hondo dentro de mí. Se llama Layla . Una historia contenida y feroz. El retrato íntimo de una drag queen palestine, criada en Inglaterra, que transita entre dos orillas sin encontrar refugio completo en ninguna. Dos mundos que le moldean y le desgarran a partes iguales, donde ser une misme no es una conquista, sino una renuncia constante. Y no fue solo su historia. Era, en el fondo, la historia de tantes que viven en el umbral, que aprenden el lenguaje de la supervivencia antes que el de la plenitud. Una vida a medias. Y cuando lo vi con tanta claridad en elle, algo dentro de mí también se estremeció. Porque hay una parte de nosotres que se reconoce en quien, para poder respirar con libertad, tiene que soltar. Aunque duela. Y no hablo sólo de soltar relaciones, hablo de soltar peso. Conducta, expectativas, costumbres y sobre todo, miedos. Aunque parezca que romperse sea la única forma de reconstruirse. Layla y su pareja v...

la desnudez del poeta

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  no utilizo mayúsculas porque no quiero que nada parezca más importante que otra cosa. no hay comienzo glorioso, ni nombres que necesiten elevarse sobre el resto. escribo desde un lugar donde todo está al mismo nivel: la rabia, la tristeza, la lucidez. rompo las normas porque no me representan. no me interesa embellecer lo que duele, ni corregir lo que nace torcido. el lenguaje también se cansa, también se arrastra, también deja caer las mayúsculas cuando el peso del mundo no justifica levantarlas. escribir así es una forma de decir que no busco aplausos ni corrección, solo verdad. aunque sea incómoda. aunque se lea en voz baja. aunque desaparezca al terminar el punto final. no hacen falta performances para gritarle al mundo en un momento y un lugar precisos. si la autenticidad fuera nuestra bandera, todos seríamos arte. me uno, a través de mi escritura, al deconstructivismo: desafío la forma, el orden, la estructura. quiero romper con la simetría convencional. ni m...

Relaciones: entre la razón y la necesidad (Máster Filosofía Contemporánea: El problema de lo social).

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  Llego a este punto de reflexión en medio de un tiempo convulso, marcado por el vaivén del encuentro y la pérdida. He conocido a muchas personas, sí, pero también me he visto obligado a despedirme de otras que fueron esenciales en mi vida. Lo que queda tras ese balance no es solo un vacío, sino un silencio denso que empuja hacia dentro, una necesidad de escarbar en las raíces más hondas de lo que soy. Gracias a la terapia, a la introspección y a un esfuerzo honesto por comprenderme, he comenzado a vislumbrar las causas de ciertas heridas que arrastro desde hace tiempo: mi desmedido cuidado hacia los demás, mi sensibilidad extrema ante la ausencia de reciprocidad, el dolor que provoca un mundo que no responde con la misma ternura con la que uno se entrega. En ese proceso —como si el destino jugara con sus propias ironías— decidí matricularme en el Máster de Filosofía. Y precisamente este mes trabajo sobre el problema de lo social. Pero cada lectura, cada autor, cada sistema, me...