Donde comienza el blanco. "El oráculo de los Dioses". Evelyn Corvea.

 



Cuando empecé a escribir Mente en blanco, mi primer libro de poesía que verá la luz en breve, no imaginaba que ese concepto, tan etéreo, tan inquietante, acabaría conectando con un lenguaje corporal, simbólico y espiritual como el que propone Evelyn Corvea en su taller El oráculo de los dioses. Sin embargo, la vida tiene esas formas de cerrar círculos invisibles, y eso que yo, particularmente yo, creo que los círculos, no acaban nunca de cerrarse, no existe un fin, nunca regresas al principio. 

Su propuesta nace en un lugar llamado Espacio en blanco (Lavapiés - Madrid). La coincidencia, más que casual, es sin duda alguna, una invitación que no puedo rechazar.

La mente en blanco, para mí, no ha sido nunca un vacío sin contenido, sino una zona liminal, un terreno fértil donde el pensamiento se deshace y algo más profundo comienza a emerger. Un territorio de silencio en el que se suspenden los juicios, las formas fijas, las identidades forzadas. Un espacio radicalmente abierto. Es precisamente en el momento en que me encuentro actualmente. Me refiero a espacio intermedio, de transición o frontera entre dos condiciones o estados diferentes. Me gusta mucho decir que estoy en lugar diferente, un gran amigo siempre se ríe cuando lo digo, quizá ahora pueda darle alguna pista más detallada de lo que quiero decir.

Umbral, esa es la palabra que describe exactamente ese limbo, si, utilizo la palabra limbo en este momento, no desde el punto de vista religioso, cristiano más bien, sino desde su acepción mitológica o literaria, para dar a entender que me encuentro en un momento de espera, de suspensión (temporal), es, por tanto, una fase intermedia entre dos vidas que dará pie, sin duda alguna, a una nueva identidad.

De pronto Evelyn me propone, un taller que podría describir, el proceso de iniciación o ritual de paso, donde un individuo en “suspenso”, podría continuar su camino.

El taller de Evelyn introduce la Danza Butoh, la cual conoce y trabaja con delicadeza. Cuerpo y mente entran en suspensión; ambos se vuelven receptivos. Se crea un puente entre lo visible y lo invisible, entre lo terrenal y lo divino. El cuerpo no se mueve para expresarse, sino para dejarse atravesar. Evelyn asegura que sentir el cuerpo como lo hacen los animales transforma radicalmente la poética de nuestro lenguaje, nuestra manera de entender el mundo y de expresarnos en él. Esta transformación hace que el cuerpo se vuelva más maleable, y por tanto, bailar Butoh puede ayudarte a escribir poesía, al establecer nuevas conexiones neuronales entre cuerpo y mente. Poesía, sólo necesitaba esto.

Su taller parte de la elaboración de una carta astral que actúa como brújula. Los dioses personales, esos arquetipos que nos habitan, emergen no como metáforas decorativas, sino como fuerzas vivas que reclaman reconocimiento. Bailar para ellos no es un acto de sumisión, sino un acto de creación conjunta, de diálogo íntimo con lo sagrado.

Por eso su propuesta me interesa tanto, porque habla el mismo idioma que mi libro, aunque con otro alfabeto. Porque tanto el blanco de la mente como el blanco del espacio donde se danza son territorios de libertad. Lugares donde el yo se redefine, donde lo divino deja de ser externo y empieza a respirarse desde dentro.

Asistir a este taller, o simplemente abrirse a su mirada, no es solo una experiencia artística o espiritual. Es, en cierto modo, una forma de dar sentido a mi libro, Mente en blanco, pero esta vez con el cuerpo. Haré lo imposible por asistir.

¿Quién se anima?

 

Donde comienza el blanco

Hay un lugar
donde la mente calla,
donde no hay palabra ni juicio,
solo un silencio que respira.

Un espacio en blanco
como página sin tinta.
Allí habita el yo interior,
no el que se grita al espejo,
sino el que susurra en solitario.

La línea que se tensa,
antes del temblor.
El suspiro que precede al nombre,
la carne, aún sin coreografía.

Y entonces, el cuerpo,
territorio de exilio, danza.
No para ser visto,
sino para ser habitado.
Baila lento, visceral,
como en el Butoh,
como si la tierra no existiera
y el movimiento la inventara. 

Hay dioses que te piensan,
presencias que esperan tu respiración,
para hacerse cuerpo.
No hay técnica,
ni forma.
Solo el instante,
donde lo humano se abre como flor,
y lo sagrado se desliza sin permiso.

El blanco no es olvido,
es origen.

Es la sala sagrada donde los dioses
entran descalzos
y se sientan a contemplarte
como si tú fueras su creación no revelada.

¿Es destino escrito en fuego?
¿O solo el espejo que eliges leer?

El blanco es rebelde,
no obedece al tiempo ni al nombre.
Es la libertad más pura,
la de elegir qué escribir,
a quién rezar,
qué parte de ti dejar morir
para nacer de nuevo.

Cuando todo parece perdido,
cuando te quedas en blanco,
no te has ido.
Has llegado.

Es justo ahí donde empieza lo posible,
donde tú y los dioses
podéis hablar en voz baja
y decidir, juntos,
como escribir tu mundo otra vez.

Bailar es escribir en el blanco.
Danzar es romper el molde y rehacerse.
Aquí el yo no se define,
se descubre.

Cuando la música cese,
cuando el blanco vuelva,
no serás página en blanco,
serás poema.

G.G.

 

Detalles sobre experiencia inmersiva de Butoh chamánico "El oráculo de los dioses".

Ratiodeka

https://www.youtube.com/watch?v=8fNMw22KYv8


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