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¿Estamos locos o qué?

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¿Estamos locos o qué? La pregunta misma ya es sospechosa, porque implica que existe un estándar de cordura al cual podemos ser comparados, y que alguien, la sociedad, la razón, la historia, tiene autoridad para medirnos. Reviso textos de filosofía, empiezo por Foucault. La locura no es un accidente del pensamiento, sino una construcción del poder. Lo que hoy llamamos “loco” fue en otro tiempo un marginal, un visionario o un hereje, y los manicomios no solo encerraron cuerpos, sino que encerraron la forma de ver lo que es aceptable, creando un simulacro de normalidad donde la disidencia mental parece irracional. En Verdad y poder , Foucault dice: "La verdad es de este mundo; es producida en este mundo gracias a múltiples imposiciones, y produce efectos regalados de poder: Cada sociedad posee su régimen de verdad, - su política general de verdad - ...", es decir, cada sociedad nos vende su discurso. ¿Absurdo? Así lo señaló Camus. Quizá no estamos locos, sino conscientes del...

Luna nueva

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  Hubo un tiempo en que creí ser feliz. Tal vez lo fui, aunque no con la intensidad que ahora imagino. Porque la felicidad, cuando la vivimos, no se parece nunca a lo que después recordamos, es una brisa que pasa y apenas roza la piel, pero deja su huella en lo invisible.  Todo se fue virando sin que yo me diera cuenta. La tranquilidad se fue desprendiendo de las horas como la corteza vieja de un árbol, y el aire, ese mismo aire que antes olía a calma, se tornó distinto, más denso, más esquivo. La noche cayó sin aviso, y la oscuridad fue haciéndose fuerte poco a poco, hasta apagar la luna que me habitaba. Pienso en Bárbara, en la luna que Dulce María Loynaz enterró en su jardín, aquella que cayó del cielo una noche de verano y se rompió en pedazos. Me reconozco en esa imagen, porque hay momentos en los que la vida también se nos cae encima con todo su peso, y no queda más remedio que recoger los fragmentos, los trozos de luz desperdigados entre la tierra húmeda del alma. Descu...

Exilio

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  Qué sensación tan extraña la de volver a casa tras años de exilio. Sí, exilio. Puedes llamarlo voluntario, pero sabes que, una vez te sientes oprimido, no tienes más remedio que huir, dejarlo todo atrás sin saber qué te vas a encontrar ni cuándo podrás volver a ver a tu familia. Podría parecer el inicio de una novela, pero no lo es. Es una realidad tremenda y cruda. Deberías detenerte a revisar tus propios niveles de crueldad. Has dejado de ponerte en la piel de los demás, de intentar comprender sus sentimientos, sus pensamientos, sus miedos y sus deseos. Mencionas deseos en el sentido deleuziano, deseos maquínicos, necesidades que se generan inconscientemente por el devenir de los acontecimientos, y no hablas solo de los exiliados, por ponerles un nombre, sino también de ti mismo, exiliado sin darte cuenta, expulsado de tu propio yo, entrelazado en el rizoma manipulador del sistema. Tratas de revolverte dentro de ti, de reorganizarte. No de renacer de las cenizas que la vida va ...

Volver a mí

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Imagen| Alek Briel Nada de lo que fui me define. Todo lo que soy lo elijo hoy. El día que abrí este blog lo hice con la intención de contar lo que nadie cuenta. Lo que todos escondemos por miedo a mostrarnos como somos, o simplemente porque creemos que forma parte de nuestra intimidad. Y yo me pregunto: ¿por qué tenemos tanto miedo a mostrarnos tal cual somos? ¿Para encajar? Soy consciente de que este tipo de textos o no interesan, o interesan poco, y menos, pero sinceramente, y aunque resulte vulgar, me trae al pairo. Así soy yo. Es cierto que todos debemos guardar una parte íntima para nosotros mismos. Pero también es cierto que, si deseamos relacionarnos con otros y establecer vínculos reales, debemos abrirnos más. A mí no me importa desnudarme. A mí no me importa mostrarme. A estas alturas tengo claro, muy claro, que, si no me muestro tal cual, no seré capaz de encontrar con quién relacionarme que me acepte tal cual soy. Una persona con debilidades y con miedos. Y quien no esté dis...

Partitura performativa de una vida

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  Madrid, abril 2025       En  silencio         entre  el leve temblor         de las cosas      cuando cambian de dueño         de temperatura         de historia      Libros apilados         vértigo doméstico      tazas que olvidan bocas         cajones que ensayan         nuevas formas de contener el orden     Bisagras retiradas         crujidos que no llegan     aire que no se queja   Cristal enturbiado         polvo que nadie quiso limpiar     lo que queda en pie         cuando el hábito se desvanece   Palabras disueltas       saliva       resto         traza   Un yo que no se firma         nombre que se diluye en silencio   Barro tibio         inercia que se hunde     sonrisa que se abre por inercia         mapas que no existen     cartas que no guían         tic tac que ya no mide   Después         algo se abre     mínimo         imperfecto     raíz         giro que persiste     miedo que permanece         sin desarmarse del todo   Raíz que se eleva            ESPERANZA QUE ...

Rope Piece. Mi propia interpretación

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  Ayer descubrí Rope Piece , la performance de Tehching Hsieh y Linda Montano, y desde entonces no puedo dejar de pensar en ella. Pasaron un año entero atados por una cuerda de dos metros, con la regla de no tocarse nunca, compartiendo el espacio y la rutina sin fundirse, sosteniéndose uno al otro sin perder su individualidad. Anoche, entre la tos del catarro y los ratos de insomnio, la cuerda apareció en mi cabeza como un hilo tenso que une y separa, que obliga a coexistir y, al mismo tiempo, enfrenta a cada uno con su propia necesidad de libertad y compañía. No puedo dejar de relacionarlo con mi propia vida, con las relaciones largas que he tenido, con las relaciones que mantengo en la actualidad, con esos vínculos donde la cuerda nunca existió físicamente, pero siempre estuvo presente. Que está presente. Esa cuerda invisible existe porque nunca podemos controlar lo que no es tangible, los sentimientos del otro, los propios deseos que surgen y se entrelazan con los ajenos, la m...

Amor

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  Hoy amanece en mí, como si alguien ajeno, pero idéntico, se atreviera a hablar con mi garganta, arrojando fuera lo que fermentaba en silencio: estiércol antiguo, cansancio acumulado, palabras que se pudren y germinan a la vez, buscando grietas en la arena yerma, inventando allí un jardín improbable, un brote diminuto que insiste en volverse bosque, aunque el aire sea áspero, aunque la sequía no ceda. Gracias Cristina. Aprender a aceptar quienes somos, sin esa voracidad de máscaras que traduce deseo con carencia y silencio con error, sería quizá, la primera lección clandestina del amor, esa que no se escribe, esa que sólo se intuye, cuando ya hemos dejado perder lo irrecuperable. Porque no, no existe catálogo de maneras, ni inventario de versiones intercambiables. No. El amor no es un Lego, el amor conoce un idioma único, el amor es sinfonía, lo demás son dialectos diseñados por el miedo, por ese calendario que nos ordena obedecer la estación, cubrirnos de lana ...