Amor

 



Hoy amanece en mí, como si alguien ajeno, pero idéntico, se atreviera a hablar con mi garganta, arrojando fuera lo que fermentaba en silencio: estiércol antiguo, cansancio acumulado, palabras que se pudren y germinan a la vez, buscando grietas en la arena yerma, inventando allí un jardín improbable, un brote diminuto que insiste en volverse bosque, aunque el aire sea áspero, aunque la sequía no ceda.

Gracias Cristina.


Aprender a aceptar quienes somos,
sin esa voracidad de máscaras
que traduce deseo con carencia
y silencio con error,
sería quizá,
la primera lección clandestina del amor,
esa que no se escribe,
esa que sólo se intuye,
cuando ya hemos dejado perder lo irrecuperable.

Porque no,
no existe catálogo de maneras,
ni inventario de versiones intercambiables.
No.
El amor no es un Lego,
el amor conoce un idioma único,
el amor es sinfonía,
lo demás son dialectos diseñados por el miedo,
por ese calendario que nos ordena obedecer la estación,
cubrirnos de lana en enero y abandonar el cuerpo al sol de agosto.

Bailar entre la asfixia y la desnudez,
es dejar de jugar,
entregarse al desgaste,
olvidar la inocencia de la niñez,
autoinvitarse al baile de máscaras
donde tu propio yo desafina
creyendo que va al compás.

Amar no es otra cosa,
que ansiar que nunca termine el verano.

G.G.


Comentarios

  1. Gracias por escupir las palabras,al leerte se transita tu emoción más la propia, casi nada artista.
    Gracias a. TI

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