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Mi diario. Año 1982. Reflexión posterior sobre sexo y amor. Otro gallo cantaría.

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  Hoy quiero comenzar de una manera especial, compartiendo dos fragmentos de un cuaderno en el que solía escribir cuando era pequeño. Es una lástima que no guarde muchas cosas de esos años, apenas seis o siete notas, pero siento que algunas de ellas pueden resonar con lo que quiero contaros hoy. En este caso, tras las transcripciones, os dejo una reflexión personal sobre sexo y amor. Es tan solo mi visión, no tengo la intención de molestar a nadie si piensa de manera diferente, pero creo que es importante que meditemos, con sinceridad y honestidad, si debemos seguir manteniendo ese vínculo forzado entre amor y sexo. Nota: El texto original contenía faltas de ortografía y frases que no terminaban de entenderse con claridad. Sin haber cambiado en esencia, si he retocado lo necesario para poder publicarlo.   Miércoles, 14 de abril de 1982 ¡Buah! Hoy parecía que no iba a pasar nada especial, y al final, flipé. Estábamos jugando al béisbol cuando Fernando, con esa cara de qui...

Indomable. Brindis por la vida.

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  Tatuaje realizado en mi antebrazo hoy 25 de marzo de 2025 (Sombras y luces son producto de la edición intencionada de la imagen) Naciste con el fuego dentro, con la chispa encendida en cada paso, con la risa lista para estallar en cualquier momento, porque sabías que la vida era un salto al vacío y que el vértigo no era más que la señal de que estabas vivo. No temías a las caídas, confiabas en tu fuerza, en tus ganas, en la gente que te esperaba con los brazos abiertos cuando tropezabas. Pero incluso tú, el que siempre arde, el que siempre avanza, caíste en la banalidad de la vida. Te dejaste llevar por los sinsentidos que te rodeaban, por lo superfluo, por las apariencias, por los deseos de otros que no eran los tuyos. Dejaste que tu tabla golpeara una y otra vez contra las rocas, dañándose, astillándose, perdiendo la firmeza con la que siempre habías surfeado. Y sí, duele. Duele darse cuenta de que perdiste el rumbo, de que confundiste marea con destino. No pasa nada. En absolu...

Los zapatos azules

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  Ayer fue un día especial. Mis hermanas y yo fuimos al concierto de Los Pecos, y la verdad es que lo pasé en grande con ellas. Lo necesitaba. Volver a escuchar esas canciones que en su día sonaban por toda la casa me hizo viajar en el tiempo, a aquellos años en los que la música era parte del día a día y en los que compartíamos todo, hasta la ropa. (Bueno, ya no se me nota una cicatriz que me hizo en la cara el puñetero tacón de una Nancy colgada en la pared de la habitación de mis hermanas, con alfileres, si, alfileres, un día, jugando con ellas en una de las camas, supongo que golpeamos la pared, esos maravillosos tabiques de las viviendas franquistas de los 70, y la muñeca se desprendió en caída libre sobre mi dulce rostro, jajaja). Y volviendo al tema de la ropa, como podréis entender, en 1983 no se podía ir comprando ropa nueva cada dos por tres. En casa éramos cuatro hermanos, tres chicas y yo, el único varón, y había que aprovechar lo que se pudiera. Un pantalón, un jersey…...

NOTAS DE UN NIÑO DE 15 AÑOS (1985)

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Ayer, mientras revisaba los documentos guardados en mi disco duro, encontré algo que me sorprendió: un escrito del año 1985. ¡Dios mío! Era como una fotografía congelada en el tiempo: una hoja de cuaderno de esas que tenían dos líneas para que intentáramos escribir con las letras del mismo tamaño. La hoja estaba marcada por manchas de grasa, como si fueran restos de nocilla o algo similar, y la tinta de algunas letras estaba corrida, como cuando una gota de agua cae sobre el papel y lo emborrona, posiblemente fueran lágrimas, porque hoy en día sigo llorando cuando escribo algunas cosas. Simplemente, el avance tecnológico, al escribir con un teclado sobre una pantalla, de manera digital, nos ha robado hasta el recuerdo que deja la sensibilidad humana. Qué pena no haber conservado el original, aunque quizás en alguna carpeta, cuando menos lo espere, pueda encontrarlo. Sin duda es una de las hojas de aquel diario que escribía en secreto cuando sentía la necesidad de ocultarle al mundo mi ...

A "La Pepa" mi madre (2008)

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He recuperado esta poesía que escribí en 2008, tras la muerte de mi madre. He buscado y rebuscado hasta dar con el disco donde guardaba escritos de aquella época en la que también me dedicaba a escribir, en realidad, lo he hecho toda la vida, pero lo guardaba para mí. Nada tiene que ver con la forma en que escribo ahora, pero no por eso pierde ni un ápice de fuerza. Hoy, que debía dedicar el día a estudiar, no he podido concentrarme. Hoy la he necesitado tanto que no encuentro palabras para expresarlo. Hoy necesitaba sentir su abrazo, su protección. Necesitaba que me ayudara a suavizar la opresión que siento en el corazón. Madre bella, tú sabías perfectamente que debías prepararme para la vida real, y lo intentaste una y otra vez. No dejaste de hacerlo hasta el último de tus días, tratando de evitarme el dolor. Allá donde estés, madre querida, quiero agradecerte enormemente por todo lo que hiciste por mí. Pero quiero que sepas algo: no me importa no haber aprendido esa lección. A pe...

El árbol que aprendió a caminar (2007)

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Este cuento escrito en el año 2007 y que he recuperado de un viejo disco duro, me ha traído una gran sonrisa al rostro en día gris, casi veinte años después, sigo siendo la misma persona que siempre fui, a pesar de la vida. Y tengo que decir, que me siento muy orgulloso de ello. Había una vez un joven árbol que creció en el centro de un frondoso bosque. Desde que brotó, siempre escuchaba a las aves cantar y al viento susurrar entre sus hojas, pero algo no estaba bien. A pesar de sus raíces profundas y su tallo erguido, el árbol sentía un vacío que no lograba comprender. Durante años, el árbol observaba cómo los demás árboles parecían estar llenos de propósito, sus ramas extendidas hacia el cielo, sus raíces firmemente ancladas en la tierra. Sin embargo, el joven árbol no entendía por qué, a pesar de estar en la misma tierra fértil, sentía que le faltaba algo. Cada vez que el viento pasaba, él sentía una extraña incomodidad, como si fuera incapaz de crecer de la manera correcta. Un dí...

El viajero del tiempo (2004)

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Soy un viajero, un viajero en el tiempo, y he tenido muchas vidas. No solo las que he vivido en un solo cuerpo, sino todas las que he cruzado, todas las que he compartido con las personas que he conocido. Cada vida que he tocado me ha dejado una huella , y todas esas huellas las llevo conmigo. Son recuerdos de historias que no me pertenecen, pero que, sin embargo, son parte de mí. He caminado por muchos senderos, he cruzado miles de rostros, y con cada uno, he aprendido algo nuevo. La gente, en todas sus formas, me ha enseñado lo que nunca habría podido aprender solo. Me han mostrado su luz, sus sombras, sus luchas y sus victorias. Y, en cada uno de esos encuentros, he intentado dejar algo también. Siempre he buscado ayudar, aunque sea en lo más pequeño , porque he aprendido que una palabra amable, un gesto sincero, pueden cambiar el rumbo de una vida. Me gusta ver a la gente feliz. Ver esa chispa en los ojos de alguien que ha encontrado su camino, o simplemente, que está en paz cons...