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Demonios

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Creo que los demonios no vienen para destruirnos, sino para recordarnos algo que hemos preferido olvidar. Creo que en lugar de expulsarlos a empujones, y tratarlos como si fueran intrusos torpes que entraron por error, debemos invitarlos a sentarse, charlar con ellos, calmar el momento, hacerlo lento. La lentitud es la única forma de entender lo que duele sin matarlo del todo.  Ellos no hablan a la primera. Se acomodan, evitan mi mirada, se rascan la nuca como niños que temen haber roto algo. Yo tampoco pregunto; he aprendido que las preguntas apresuradas hacen que todo se esconda un poco más adentro. Así que espero. Al final se atreven a decir por qué vinieron, una frase olvidada, una idea que nunca dije en voz alta, un miedo que confundí con otra cosa. Nada trágico. Pequeños rastros humanos tratando de hacerse oír.  Es extraño, pero cuando termino el encuentro, los demonios ya no parecen demonios. Son mensajeros cansados que no supieron explicarse mejor. Entonces entiendo,...

Medidas preventivas

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 Válido para cualquiera que se acerque a mi Hoy alguien cercano, amparado en el conocimiento que cree tener de mí, y en una fe rígida, un tanto fósil, en sus propios razonamientos, decidió trasladarme un mensaje a través de un tercero. Oye, he sufrido. Mucho. El teatro, como siempre, impecable. Y aun así, lo confieso, hace un par de noches tuve dos pesadillas extrañas. Yo sé lo que significan esas cosas; no me asustan, pero avisan.  Y sí, el aviso se cumplió.  Después del mal rato, del aire, de poner cada pieza en su sitio, comprendí algo elemental, no puedo seguir permitiendo que las inseguridades ajenas se disfracen de afecto, ni que los miedos de otros ocupen mi agenda emocional.  Si queremos hacer de cuidadores, lo primero que hay que hacer es aprender a cuidar. Cuidar no es invadir, ni imponer, ni corregir lo que no entendemos. Cuidar es acompañar sin colonizar. Y aunque a veces se olvide, vivimos en un estado democrático, no en una dictadura emocional.  El...

El brillo y la luz

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  Este texto lo escribí hace unos meses, en marzo de 2025. No recuerdo el motivo que me llevó a no publicarlo. Hoy lo releo nuevamente y me digo a mismo ¿por qué no? Hoy, en otro momento de mi vida, las cosas se ven con una ternura diferente, aunque siga pensando lo mismo, de tanto observar, algo se aprende. Además, hoy tuve dos veces la misma pesadilla, dura, potente... y sentí la necesidad hacerlo público. El brillo y la luz Muchas personas confunden el brillo del espejo con la luz y creen iluminar a los demás cuando solo se devuelven el propio reflejo. Hablan con claridad usando la misma voz que les sirve para ocultarse, creyendo que la transparencia puede controlar el aire que respiran otros. Miden la virtud en porciones, reparten consejos como si fueran limosnas, y aunque los gestos parecen amables, llevan siempre la huella invisible de un objetivo. Corrigen con ternura, aconsejan con un tono casi religioso, nunca pierden los modales porque en el fondo temen quedarse sin argum...

Pesadilla brillante

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  He tenido una pesadilla. No hay monstruos. No hay fuego. Solo movimiento dentro de mí. Vibración que reclama su espacio. Me levanto. Por necesidad. El cuello duele. La punción de la mañana. La aguja hundida. El dolor asciende hasta la nuca. Se expande como una pregunta sin respuesta. Lo reconozco. Lo habito. Salgo. El sol cae sobre mi cara. El aire me toca. No siento miedo. La claridad me ciega. Camino hasta el parque. Me siento en un banco. El metal tibio. Respiro. Observo sin intervenir. Todo sigue, y yo sigo con ello. Las hojas se mueven. Los niños gritan lejos. Los perros ignoran todo. Yo permanezco. Pienso en mí. Solo en mí. Mi cuerpo. Mi mente. Mi tiempo. La paciencia de mirarme. La libertad de no esperar. La soledad. No hay usencia. Hay silencio. Es espacio. Es aire. Es cuerpo y pensamiento. Imagino el futuro. No fechas. No planes. Extensión de este instante. Ligero. Sostible. Desprovisto de obligación. Ca...

Algo que decirme. Presente y memoria

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  Algo que decirme para no olvidarlo. Algo que, si escribo, podré recordar. Hay un tiempo en que sientes la relación completa. Cada gesto que haces, cada palabra que pronuncias, cada silencio que sostienes tiene peso; nada resulta irrelevante. Tu presencia basta para mantener el equilibrio, y percibes la armonía que sostiene lo que compartís. No necesitas explicaciones, no hay imposiciones: cada instante fluye, lo recibes, lo compartes, y en esa continuidad reconoces la plenitud que existe antes de cualquier cambio, la intensidad de lo vivido que prepara el terreno para lo que sigue. Ahora comprendes que nada permanece igual. Cada encuentro transforma lo que es compartido, altera su ritmo, redefine sus límites. No se trata de un error puntual ni de un cálculo equivocado; se trata de tu implicación, de cada palabra que pronuncias, de cada silencio que sostienes, de tu atención y tus descuidos, de tu intención y tu torpeza, de lo que das y de lo que retienes. Todo deja su huella,...

Creo

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No es fácil vivir sin adaptarse demasiado. El mundo exige máscaras, exige velocidad, exige que todo se diga en frases breves y se olvide con la misma rapidez. Hay que tener opinión sobre todo, sonrisa para todos, éxito visible y tristeza discreta. Pero la libertad, la de verdad, no tiene que ver con escapar de las normas, sino con mantenerse fiel a lo que uno es cuando todo alrededor te empuja a disimularlo. La libertad es poder decir “esto no me representa” sin miedo a quedarse solo. Es no necesitar el aplauso de nadie para sentirse vivo. Entender que a veces ser coherente significa perder cosas, lugares, personas, oportunidades. Pero no perderse a uno mismo.  No creo en los discursos impecables ni en las purezas morales. La pureza es una trampa que nos hace olvidar la complejidad del mundo.  Creo en la gente que se contradice, que cambia de idea, que reconoce su ignorancia. En los que aman sin estrategias, en los que ayudan sin contarlo, en los que no necesitan justificar s...

Día gris

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  Sentí la necesidad de estar en soledad, en silencio... Hoy el día amaneció feliz, muy feliz, como venía siendo habitual en las últimas semanas, pero con el paso de la mañana fue perdiendo brillo. Se volvió un día gris. Gris de esos que te afectan más de lo que deberían. Las palabras de la gente pesan más de la cuenta, se enredan en el ánimo y lo desajustan. A veces parece que todos andan un poco frágiles, un poco desbordados, y cualquier cosa basta para romper el equilibrio. Dicen que mi tono es duro. Quizá sólo sea directo. O quizá me falte paciencia. El día avanza como un carro con ruedas cuadradas, torpe, cansado, sin intención de llegar a ninguna parte. Un día triste en el que mi alma llora por dentro, igual que el cielo deja caer sus gotas. Sólo que hoy, las más pesadas, no caen del cielo. Brotan de mi interior, desde un alma dolida que busca alivio, una rendija de calma en medio de tanta espesura. He decidido salir del despacho y volver a casa, trabajar desde el refugio...