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Me (VI)

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  Cuando empecé la serie Me no sabía que estaba creando algo. Pensaba que era un desahogo aislado, un gesto cualquiera, y sin embargo, ahora entiendo haber abierto un espacio propio, una forma de crecer, de comprenderme y de colocarme en el mundo. La serie Me me muestra que no encajo y que no estoy dispuesto a encajar. No intenta suavizar los bordes, sino caminar en ellos, con calma, reconocer que pertenezco a un lugar distinto, aunque ese lugar tenga que recorrerlo en soledad. No quiero que se me malinterprete, no es prepotencia, no me considero ni mejor ni peor que nadie, me considero simplemente yo. Me reconozco, y me acepto. No es un diario ni un mapa, sino una sucesión de poemas que me acompañan, que me permiten afirmar mi postura sin dramatismo, con la tranquilidad de saberme bien, realmente bien, incluso en el desajuste. La serie Me es ese lugar: un hogar que construyo con palabras, capaz de sostenerme mientras camino, capaz de recordarme que pertenecer no si...

Amar

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Amar.   No de verdad. La verdad se quiebra. Se quiebra antes de alcanzarla, antes de saber cómo se sostiene, se disuelve en el tropiezo, en el balbuceo de lo incompleto, en la lengua que se inventa sola, y que se pierde, se pierde, en las sombras que no esperan.   Amar en la herida abierta, en el rostro que regresa y ya no es conocido, en el fracaso que arrasa, que enseña, que arrasa, y enseña a la vez, en la ruina que insiste, persiste, insiste, persiste, y persiste.   Aprender del error. Leer la cicatriz como mapa. Permanecer fragmentado, entero, roto y consciente, sin promesa, sin certeza, sin luz, sin cierre.   Amar… Sólo insiste. Sólo resiste. Sólo existe en la insistencia, en encontrarse en lo incomprendido, en abrazar lo incompleto, lo que nunca termina de cerrarse, lo que se abre otra vez, y otra vez.   Impermanente. Inestable. Inagotable. Insaciable. Eternamente deseable.   G.G.

BONITO

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  Fotografia: Raúl Corredor.  @fotoactividad Tengo tal cantidad de trabajo, que llevo días sin poder sentarme a escribir. Esta tarde, frente al ordenador, en casa, no he conseguido concentrarme con el trabajo y he dedicado un tiempo a pensar, a escribir, a liberarme un poco del peso laboral, en resumen, a disfrutar haciendo lo que realmente me gusta. Últimamente pienso mucho en qué significa de verdad que alguien sea “bonito”. Ayer compartí la tarde con personas bonitas, y hoy entiendo que lo bonito no tiene nada que ver con el aspecto ni con lo que uno aparenta. Lo bonito en una persona se nota en cómo actúa, en cómo escucha, en cómo respeta. He empezado a rodearme solo de gente que me aporta, que me hace crecer, y me doy cuenta de la suerte que tengo de haber encontrado a varias personas así. Son personas que no necesitan adornarse, que saben dar espacio y también compañía, que cuidan y se dejan cuidar. Lo bonito es empatía, respeto, paciencia. Es aceptar que cada persona es...

Bye, bye...

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Nunca he sabido llevar bien la falta de respeto. Sé que yo mismo suelo lanzar palabras difíciles de encajar, frases que caen como piedras en el suelo de lo “socialmente válido”. No sé disfrazarlas, no sé dulcificarlas. Y me da igual. No lo hago con intención de hacer daño a nadie. Pero claro, las cosas que no gustan, duelen. No soporto la hipocresía, la mentira, la deslealtad… Aunque con ellas me apaño, he aprendido a masticarlas en silencio hasta tragarlas, si bien, muy pronto, aprenderé a rechazarlas automáticamente.  Con lo que no puedo, con lo que jamás podré, es con el grito, con esa voz que se alza como si el volumen pudiera convertir la arrogancia en verdad. Ah, no!! Eso no lo permitiré jamás. Entonces digo no. Un no tan bajo que no nace de mi garganta, sino de mis manos, de mi piel, de mi espalda que se aparta. No tolero que me griten. Lo tomo como un touché. No con florete, con espada. Considérame muerto. Llámalo madurez, llámalo eclipse, llámalo simplemente claridad. Hay...

Resplandor prestado

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  Y aun así vuelves a tender la mano, porque en su filo se esconde la única forma que recuerdas del deseo. Guardaba este poema para mi próximo libro, como quien esconde un frágil cristal en el fondo de un cajón. Pero al releer y ordenar lo que tengo escrito, y al sentir tan cerca la presentación de Mente en Blanco , he pensado que podría animaros a comprar el libro, je,je,je. Las palabras también saben reclamar su momento. Aquí lo dejo, con la misma fragilidad con la que nació. Se posa sobre la mesa con la delicadeza de una copa recién lavada, reluciente, translúcida, pero hecha de un vidrio tan frágil que basta el roce de una palabra para astillarla. Se ofrece como un atajo, una escalera que promete la azotea y en su último peldaño se pliega hacia abajo, dejándote colgado en el aire de tu propio impulso. Respira con el ritmo exacto de lo que deseas oír, te acaricia con voces aprendidas de tu memoria, como si hubiera habitado siempre en tus pensamientos cuando apenas acaba de inve...

Si, soy filósofo

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  Hoy me he despertado temprano, serían las 7:50 de la mañana. No podía dormir más. Sentía que debía sentarme a escribir con un café caliente, frente a los tulipanes amarillos que adornan el jarrón de la mesa del salón y que comienzan a abrirse, a mostrarse como realmente son. Así me siento yo. Me conecté para entrar en la página de la UOC, a revisar cuándo comenzaba el nuevo semestre del máster en Filosofía contemporánea que estoy cursando, que ahora se centrará en “El problema del sentido”. No había noticias todavía, así que empecé a revisar el curso pasado. Descubrí que no estaba solo revisando asignaturas, nombres o conceptos, sino que revisaba mis propios sentimientos, decisiones y relaciones. Trataba de comprender qué tiene sentido y qué no, cuáles de los vínculos que sostengo me acercan a la vida y cuáles me alejan, cuáles me nutren y cuáles me desgastan. Siempre he sabido que la filosofía y la vida no van por caminos distintos, sino que se cruzan y reflejan una en la ot...

No-yo

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La imagen que introduce este texto, es la introducción realizada por Gabriel García Márquez a un libro de Mafalda que me regalaron en 1992. Me llevó a reflexionar sobre lo qué somos y dejamos de ser, con nosotros y con los demás.  La vida nos dirige, nosotros nos construimos. Cuidado. Hay que tener cuidado. Las realidades no necesitan disfraz. Zumbido. Constancia.  La máquina que sigue. El tiempo que se escapa no es pérdida. Es materia, es estar. Cada minuto no entregado es un sí. Respirar basta. Las estructuras están ahí: relojes, trayectorias, moldes. No piden nada, no agotan. Solo muestran. Lo necesario no siempre es suficiente. Lo suficiente a menudo desborda. Círculo cerrado.  Sin salida. Y aun así, seguimos. El no-yo aparece.  Se infiltra en cada vínculo. Creemos conocer al otro porque suponemos conocernos. Mostramos caras distintas según la ocasión. El otro queda atrapado entre ellas. Convertimos al otro en objeto. Lo encajamos en un molde que...