Suerte la mía
Tengo amigos de verdad. Esos que son familia y hacen que la vida se vuelva seria y tierna a la vez. No preguntan, saben. No juzgan, miran. No cuentan el tiempo con relojes. Lo miden en presencia. Ayer, en el cincuenta cumpleaños de uno de ellos, me sentí más yo que nunca. La gratitud no siempre cabe en las palabras. A veces se dice con miradas, con abrazos que duran, con un cuerpo suelto que se sabe a salvo. Estuve con quienes saben sostenerme cuando las cosas se tambalean. Con quienes saben como hacerme encajar los miedos, y con quienes la felicidad no necesita testigos para convertirse en real. Gracias. Por no pedir explicaciones, tenéis memoria. Por permanecer, incluso cuando me vuelvo difícil, torpe, silencioso. Por estar sin estar cada día. Por reír otra vez con el alma. Por hacer sitio sin avisar. Ayer fui feliz. Esa felicidad que no quiere foto. La que anida en...