Mi Camino 12/07/2025


Hace justo un año, en agosto de 2024, inicié el Camino de Santiago desde Oporto y terminé en Tui. Fue un viaje profundamente especial. Estaba atravesando un momento muy complicado en mi vida, y ese trayecto en solitario me ayudó a centrarme en lo realmente importante, en mí. Pero no desde un lugar egoísta, sino desde el deseo de recuperarme, reconstruirme, y volver a enlazar todos esos pedazos inconexos que formaban un yo que entonces se sentía pequeño, perdido e insignificante. Un año después, mucho más entero, tras volver a leer, a escribir, a expresar mis sentimientos sin temor a que eso supusiera rechazo, comprendiendo que uno debe amarse tal y como es, y por tanto, también acompañarse de quien entienda eso del mismo modo, decidí retomar el viaje.

Esta vez, como cierre y colofón de un ciclo. Y no fui solo. Me acompañó mi querido amigo Edgar Ariel, quien ha estado a mi lado durante todo este proceso de deconstrucción personal. El Camino no ha cambiado mi vida. Mi vida la cambié yo. Como leí en una señal durante el trayecto: "El camino empieza en la puerta de tu casa, y no se trata de caminar, sino de vivir." Y eso es lo que he hecho en estos dos años, vivir.

Juntar mis pedazos a modo de mosaico romano. Aprender a ser yo. A valorar lo que tengo y no lo que deseo. A aceptar las cosas como son. A entender que no es necesario comprender para poder respetar, y que uno debe exigir respeto con la misma firmeza con que se lo ofrece a los demás. Hoy, 12 de julio de 2025, he llegado con los pies reventados y arrastrándome hasta conseguir mi acreditación de peregrino, la Compostela.

Puedo decir que, hoy nuevamente, el puzle está casi completo. No porque al fin haya vuelto a ser yo, sino porque ahora el puzle puede seguir creciendo. Lo hará desde una base completa, libre, serena. Firme, ordenada y, sobre todo, orgulloso de mí.

Y eso… eso me hace inmensamente feliz. Gracias a todos los que no salisteis corriendo durante este proceso.

Gracias a ti, Edgar, por ser pilar. Por compartir conmigo este tramo del Camino. Por hacer que todo fuera fácil. Por tus silencios. Por tus palabras críticas cuando fueron necesarias. Y, sobre todo, por respetarme, incluso cuando tuve que decirte que no, que mi forma de ver las cosas, las compartas o no, son igualmente válidas.

Gracias amigo.

G.G.


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