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Construir vínculos desde la palabra

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  Hoy he mantenido una conversación con un amigo. Para mí, es mi amigo, y sin embargo, en el transcurso de un diálogo ligeramente "tenso", ha aparecido una palabra inesperada: vínculo . Ha dicho "nuestro vínculo" cuando yo habría dicho "amistad". Me ha parecido curioso. Todo me parece curioso últimamente (publiqué precisamente una entrada con ese título, el pasado 23 de marzo).  ¿Es solo una cuestión semántica o hay algo más profundo en la elección de las palabras? Reflexiono sobre esto porque me encuentro en un momento personal en el que cuestiono todo, en el que cada interacción y cada palabra pueden abrir una puerta a la comprensión o cerrarla con un golpe seco. Siempre he hablado sin demasiados filtros, sin medir demasiado el peso de las palabras, pero ahora me pregunto si es un acto de responsabilidad o de control consciente el adaptar el lenguaje según el interlocutor. No se trata de disfrazar el pensamiento ni de someterse a la sensibilidad ajena, s...

Mírate y sonríe

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Tatuado en mi mano izquierda Cada instante vivido, con su carga de luz y sombra, nos va moldeando, nos esculpe con la paciencia del tiempo y nos convierte en lo que somos. No hay día perdido, ni alegría estéril, ni tristeza que no deje su huella. La vida nos atraviesa como las estaciones del año, en ciclos que se suceden, siempre marcados por la certeza del cambio inminente. Hay primaveras de renacimiento, donde todo parece florecer sin esfuerzo; veranos de plenitud, de soles ardientes y días interminables; otoños de despedida, donde aprendemos a soltar, a dejar caer lo que ya no nos pertenece; e inviernos de quietud, donde el frío nos obliga a recogernos y escuchar los vientos de lo que fuimos. Pero tras el invierno, siempre llega otra primavera, y la vida vuelve a abrirse paso, distinta, renovada, nunca la misma, aunque parezca repetirse. La vida no es una novela de trama continua ni un relato que se estira en una línea ininterrumpida. Nos empeñamos en darle una estructura de capít...

Mi diario. Año 1982. Reflexión posterior sobre sexo y amor. Otro gallo cantaría.

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  Hoy quiero comenzar de una manera especial, compartiendo dos fragmentos de un cuaderno en el que solía escribir cuando era pequeño. Es una lástima que no guarde muchas cosas de esos años, apenas seis o siete notas, pero siento que algunas de ellas pueden resonar con lo que quiero contaros hoy. En este caso, tras las transcripciones, os dejo una reflexión personal sobre sexo y amor. Es tan solo mi visión, no tengo la intención de molestar a nadie si piensa de manera diferente, pero creo que es importante que meditemos, con sinceridad y honestidad, si debemos seguir manteniendo ese vínculo forzado entre amor y sexo. Nota: El texto original contenía faltas de ortografía y frases que no terminaban de entenderse con claridad. Sin haber cambiado en esencia, si he retocado lo necesario para poder publicarlo.   Miércoles, 14 de abril de 1982 ¡Buah! Hoy parecía que no iba a pasar nada especial, y al final, flipé. Estábamos jugando al béisbol cuando Fernando, con esa cara de qui...

Indomable. Brindis por la vida.

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  Tatuaje realizado en mi antebrazo hoy 25 de marzo de 2025 (Sombras y luces son producto de la edición intencionada de la imagen) Naciste con el fuego dentro, con la chispa encendida en cada paso, con la risa lista para estallar en cualquier momento, porque sabías que la vida era un salto al vacío y que el vértigo no era más que la señal de que estabas vivo. No temías a las caídas, confiabas en tu fuerza, en tus ganas, en la gente que te esperaba con los brazos abiertos cuando tropezabas. Pero incluso tú, el que siempre arde, el que siempre avanza, caíste en la banalidad de la vida. Te dejaste llevar por los sinsentidos que te rodeaban, por lo superfluo, por las apariencias, por los deseos de otros que no eran los tuyos. Dejaste que tu tabla golpeara una y otra vez contra las rocas, dañándose, astillándose, perdiendo la firmeza con la que siempre habías surfeado. Y sí, duele. Duele darse cuenta de que perdiste el rumbo, de que confundiste marea con destino. No pasa nada. En absolu...

Los zapatos azules

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  Ayer fue un día especial. Mis hermanas y yo fuimos al concierto de Los Pecos, y la verdad es que lo pasé en grande con ellas. Lo necesitaba. Volver a escuchar esas canciones que en su día sonaban por toda la casa me hizo viajar en el tiempo, a aquellos años en los que la música era parte del día a día y en los que compartíamos todo, hasta la ropa. (Bueno, ya no se me nota una cicatriz que me hizo en la cara el puñetero tacón de una Nancy colgada en la pared de la habitación de mis hermanas, con alfileres, si, alfileres, un día, jugando con ellas en una de las camas, supongo que golpeamos la pared, esos maravillosos tabiques de las viviendas franquistas de los 70, y la muñeca se desprendió en caída libre sobre mi dulce rostro, jajaja). Y volviendo al tema de la ropa, como podréis entender, en 1983 no se podía ir comprando ropa nueva cada dos por tres. En casa éramos cuatro hermanos, tres chicas y yo, el único varón, y había que aprovechar lo que se pudiera. Un pantalón, un jersey…...

NOTAS DE UN NIÑO DE 15 AÑOS (1985)

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Ayer, mientras revisaba los documentos guardados en mi disco duro, encontré algo que me sorprendió: un escrito del año 1985. ¡Dios mío! Era como una fotografía congelada en el tiempo: una hoja de cuaderno de esas que tenían dos líneas para que intentáramos escribir con las letras del mismo tamaño. La hoja estaba marcada por manchas de grasa, como si fueran restos de nocilla o algo similar, y la tinta de algunas letras estaba corrida, como cuando una gota de agua cae sobre el papel y lo emborrona, posiblemente fueran lágrimas, porque hoy en día sigo llorando cuando escribo algunas cosas. Simplemente, el avance tecnológico, al escribir con un teclado sobre una pantalla, de manera digital, nos ha robado hasta el recuerdo que deja la sensibilidad humana. Qué pena no haber conservado el original, aunque quizás en alguna carpeta, cuando menos lo espere, pueda encontrarlo. Sin duda es una de las hojas de aquel diario que escribía en secreto cuando sentía la necesidad de ocultarle al mundo mi ...

A "La Pepa" mi madre (2008)

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He recuperado esta poesía que escribí en 2008, tras la muerte de mi madre. He buscado y rebuscado hasta dar con el disco donde guardaba escritos de aquella época en la que también me dedicaba a escribir, en realidad, lo he hecho toda la vida, pero lo guardaba para mí. Nada tiene que ver con la forma en que escribo ahora, pero no por eso pierde ni un ápice de fuerza. Hoy, que debía dedicar el día a estudiar, no he podido concentrarme. Hoy la he necesitado tanto que no encuentro palabras para expresarlo. Hoy necesitaba sentir su abrazo, su protección. Necesitaba que me ayudara a suavizar la opresión que siento en el corazón. Madre bella, tú sabías perfectamente que debías prepararme para la vida real, y lo intentaste una y otra vez. No dejaste de hacerlo hasta el último de tus días, tratando de evitarme el dolor. Allá donde estés, madre querida, quiero agradecerte enormemente por todo lo que hiciste por mí. Pero quiero que sepas algo: no me importa no haber aprendido esa lección. A pe...