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Belleza, “bellezuri”, lindeza, “linduri”.

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La belleza florece del alma, es la esencia divina del ser No es el reflejo en el agua ni el destello fugaz de un amanecer. No, no es el reflejo de nada. no es el trazo simétrico de lo que el mundo llama armonía, ni la huella perfecta que los ojos persiguen sin comprender.   Es la belleza que atraviesa, q ue irrumpe como un relámpago en la cerrada noche que no se puede ignorar ni olvidar que se percibe en la piel antes que en los ojos, en el corazón antes que en el pensamiento. Es la que un día intuyes y al siguiente se desborda, como un milagro que se posa en la tierra, como una aparición, como un fuego sagrado, que no consume, no consume, no… consume, Alumbra. La inocencia que se ofrece sin saber que regala, la voz que cobija sin esperar respuesta, la suavidad que no carga, que no reclama, que solo existe. Una luz caída de otro mundo. El resplandor que no pertenece a este tiempo. No tiene forma, no se mide, no se compra ni se exige, no se imita ni se aprende...

Domingo

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  Amaneces con la tibieza de las sábanas pegadas a la piel, pero el frío se cuela por las rendijas de la ventana. Fuera, la lluvia sigue cayendo con la insistencia de lo inevitable. Hace dos días que el cielo se ha rendido al gris, y dentro de ti, algo parecido parece haber hecho lo mismo. El aroma del café́ se extiende por la casa cuando finalmente te decides a moverte. La taza humedece el calor en tus manos, pero el frio interno no se disuelve tan fácil. Te sientas junto a la ventana, miras la ciudad envuelta en su letargo dominical y, sin pensarlo demasiado, enciendes un cigarro. La primera calada llena tus pulmones y sueltas el humo con lentitud, viéndolo disiparse en el aire con la misma ligereza con la que desearías que se disiparan los pensamientos. Café́ y tabaco. La combinación infalible de los escritores de la vieja escuela, como si el humo enredado en el techo y la cafeína caliente en la garganta fueran la única forma de despertar las palabras dormidas en algún rincó...

El peso de las piedras

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  Yo, en mi línea. Ayer, un amigo me comentó si, en un determinado momento de mi vida, decidiría borrar el contenido que he subido a lo largo de ella, con el fin de borrar el rastro de tiempos pasados. No sé si con la intención de darle al futuro una nueva oportunidad o con la de mantener cierta discreción (que, en realidad, cuestiono) frente a personas que puedan formar parte de mi vida en adelante. Le doy vueltas a todo, y dar vueltas es dar bandazos. Entonces, me levanto, me pongo a pensar, a escribir notas, a investigar lo que dicen otros al respecto, y me entran las ganas de escribirlo y lanzar mis reflexiones al mundo.   Aquí os dejo lo que hoy pienso.   El camino no se borra. Hay quienes intentan alisar la tierra, borrar las huellas, recoger las piedras que un día hicieron sangrar sus pies. Pero la memoria es tozuda: lo que fue no deja de ser porque se oculte. Y entonces, ¿qué hacemos con las redes sociales, ese escaparate en el que colocamos solo lo que...

Inerme

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Esta poesía la comencé a escribir hace algún tiempo. Sinceramente, nunca imaginé que llegaría a ver la luz. Eran solo pensamientos inconexos, reflexiones propias de alguien que no es capaz de no cuestionarse todo lo que siente, pero sin saber a ciencia cierta si lo que experimenta era realidad o sueño. Anoche me costaba dormir y, como es habitual en mí, cuando no duermo, me encuentro sumido en pensamientos, análisis, estructuras, y estableciendo las bases del camino por seguir. Podría haber esperado para incluirla en el libro de poesía que estoy preparando para publicar, pero creo que debe formar parte de Cosas de la vida by GG, y salir a luz en este momento. . Inerme La tristeza no llega en un golpe abrupto, sino como una neblina densa que se extiende en el alma, como una marea que avanza sin prisa, absorbiendo todo sin que el cuerpo logre defenderse.   Desvanecen los colores, la música se hace distante, el reflejo del espejo no responde, y el rostro que devuel...

A los que ya no me importan, que son muchos

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Escribo en segunda persona porque me lo digo a mí mismo, porque las palabras que otros me lanzan con la intención de ayudarme, esas que ya me repetía mi madre como mantras olvidados, parecen caer en el vacío. Se disuelven, como agua entre los dedos, como el sol al final del día, sin dejar rastro. Sin embargo, las palabras que ahora brotan de mi pluma, esas que surgen del fondo de mi ser, son como piedras que al caer hacen mella en el abismo de mi alma. Si, mi alma, mi razón, mi esencia.  Son estas las que resuenan y se quedan, las que reverberan con la fuerza de una tormenta que se avecina y que tras ella todo ser á distinto. Estas palabras son las que, al fin, me dicen lo que siempre supe pero no me atreví a reconocer. Ahora es el momento de mirarme y abrazar mi propio reflejo. Y si, se trata de un escrito de rabia. Lo es. De una rabia que no es mía y no la quiero. De una rabia, que aquí libero y dejo. Pero no sólo es eso.   Llevas tiempo jodido, en una lucha interna entre lo...

El cansancio me habita

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El cansancio me habita, no en los músculos,  no en los huesos, sino en los días que pesan más de lo que duran, en las horas que se aferran a mi sombra. El cansancio me habita, arrastro conmigo lo que fui, las palabras que dije y las que callé, las batallas sin tregua, los nombres que el tiempo no quiso borrar. El cansancio me habita, no sé qué soltar para aligerar el paso, qué recuerdos merecen quedarse, qué heridas ya no me enseñan nada, qué miedos aún tienen algo que decirme. El cansancio me habita. Solo sé que el cansancio me habita. Me acompaña. G.G.

Soy filósofo, soy artista, soy lo que soy...

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Detalle de "El piano". P. Picasso   La poesía, como cualquier forma de arte, es una expresión profunda de lo que somos. Un pintor muestra su visión a través de la imagen, un actor a través de la acción, y los poetas lo hacemos con palabras. Cada forma es igualmente válida para transmitir la esencia del ser, y cada una, en su desnudez, es un acto de valentía.   La poesía no es una simple exposición de intimidades; es un reflejo sincero de la experiencia humana, una liberación de lo que se lleva dentro. Si un artista puede desnudarse en su obra, nosotros, los poetas, tenemos la misma libertad para hacerlo en la nuestra. ¿Y cuál es el problema con eso? El arte no está aquí para esconder lo que duele, sino para mostrarlo tal como es, sin filtros.  La verdadera fuerza del arte radica en su autenticidad y en la libertad de quien lo crea. A mi querida hermana María José. Membranas rotas El sol trepa por mis párpados como una grieta en la piedra, abriendo fisuras e...