El cansancio me habita
no en los músculos,
no en los huesos,
sino en los días que pesan más de lo que duran,
en las horas que se aferran a mi sombra.
El cansancio me habita,
arrastro conmigo lo que fui,
las palabras que dije y las que callé,
las batallas sin tregua,
los nombres que el tiempo no quiso borrar.
El cansancio me habita,
no sé qué soltar para aligerar el paso,
qué recuerdos merecen quedarse,
qué heridas ya no me enseñan nada,
qué miedos aún tienen algo que decirme.
El cansancio me habita.
Solo sé que el cansancio me habita.
Me acompaña.
G.G.

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