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El amor. De lo vivido a lo escrito.

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  A veces me pregunto por qué llamamos "amor" a cosas tan distintas. Se disfraza, cambia de idioma, de forma, de cuerpo, y sin embargo, cuando lo siento, lo reconozco. No tiene que ver con mariposas en el estómago ni con promesas eternas dichas al oído. Tiene que ver con la paz silenciosa de estar cerca de alguien sin tener que explicar nada. Con la seguridad tranquila de que el amor verdadero no hace ruido, pero tampoco se esconde. Amar no es tener. Es mirar al otro como se mira el vuelo de un pájaro, con respeto, con admiración, sabiendo que no pertenece a nadie. Y si vuelve, es porque quiere, no porque debe. Y eso, precisamente eso, es lo que lo hace real. He comprendido que el amor no siempre es entendible. A veces se vive en lo incompleto, en lo que no se dice, en lo que no se puede controlar. A veces se ama sin saber cómo, simplemente estando. Estando incluso en la confusión, en la duda, en la distancia. Y así lo elijo. No por ser perfecto, sino por ser humano. ...

Evelyn. Si, Evelyn. @evelyncorv

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De repente, todo lo aprendido se repliega como una hoja al final del día, y queda solo el cuerpo, y queda solo el temblor. Han sido dos largos años en los que he buscado respuestas con una constancia que duele. Me matriculé en un máster en filosofía contemporánea como quien necesita entender el mundo para poder entenderse a sí mismo. No era la erudición lo que perseguía, sino una forma de contención; una estructura donde la razón pudiera abrazar el caos. Pensé que, tal vez, en alguna teoría ajena encontraría la costura exacta donde unir lo que soy con lo que siento. Compré El Monte de Lydia Cabrera hace más de un año. Empecé a leerlo sin entender casi nada, como si me enfrentara a un lenguaje antiguo escrito en el fondo de mi sangre, pero en clave desconocida. Fue una amiga la que me enseñó a consultarlo como diccionario en mano, a usarlo como quien consulta un oráculo. Y entonces entendí que no estaba leyendo un libro, sino escuchando una melodía ancestral que, desde lo hondo, inte...

Sin reflejo

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No te quiero porque me devuelvas lo que soy, ni porque al mirarte vea una versión mejor de mí. Querer no es buscar un espejo limpio, ni esperar que el otro confirme que existo. Te quiero porque no eres reflejo, sino materia. Y eso me obliga a pensarme desde fuera, a reconstruirme sin necesitar copiarme en tus ojos. Estás ahí, no para completarme, sino para interrumpir la idea que tengo de mí mismo. Y aun así, te elijo. Eso es priorizar, no porque me entiendas, sino porque al no entenderme del todo, me das espacio para seguir buscando. G.G.

Que hablen TODAS. Jaleo, y las "otras" tres.

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JALEO 1. Alboroto molesto. 2. Desorden o confusión. 3. Problema o lío.  Y por fin... 4.  Jaleo flamenco. Arte. Entusiasmo. Aplausos. Gritos de ánimo. Palmas. Celebración. Acompañamiento. Cuatro acepciones. Tres negativas. Una positiva. Así lo hemos repartido, organizando el lenguaje por decencia. Como si el lenguaje no fuera un campo de batalla y al mismo tiempo un refugio. Como si existiera algo así como “la forma correcta” de decir. Aquí estamos,  poniendo límites a la libertad. Pero todo puede cambiar si lo miramos distinto. Lo que uno llama problema, otro lo nombra arte. Lo que para ti es follón, para mí es liberación.  El lenguaje no es lo que se dice, sino cómo lo recibe quien lo escucha, quién lo dice, cuándo lo vive. Nada es definitivo. Las palabras se deforman, se escapan, se manchan de piel, de historia, de rabia, de deseo. Jaleo no es excepción, sino mas bien el ejemplo.  Y sí, puede ser alboroto. Y sí, puede ser desorden. Pero también es duende, sang...

Brillar(se)

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Vamos a romper el lenguaje. A decir, vida, ¡VIDA!, vida como grito, como tambor que estalla en el pecho. Sol en los ojos, sin gafas, sin filtro, sin excusas. Vamos a comernos las flores. Deshojarlas al revés, me quiero, me quiero, me quiero, porque aquí ya nadie duda. Y si duda, que lo diga bailando. No más versos tristes que lloran por ausencias. Hoy el amor es un pacto tribal, de piel a piel, sin promesas pero con ganas. Un yo sin condicionales, sin subjuntivos, sin distancia prudente. Vamos a celebrar el milagro de ser, así, íntegro, vivo, radiante. Rompamos los relojes, que el tiempo no mide esto. Rompamos las reglas, el amor no es una ecuación, es un incendio con flor en la punta. Hoy el poema no termina, se queda vibrando, latiendo, queriendo. Porque el amor, este amor, es correspondido. Y eso lo cambia TODO. G.G.

Müller. El café de los ciegos.

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Hay cuerpos que caminan con los ojos cerrados, y no esperan luz, sino manos. Tropiezan con sillas que no supieron moverse a tiempo, con gestos repetidos como promesas rotas que nadie quiso dejar de hacer, con el aire cargado de silencios antiguos como si todo fuera una sala llena de recuerdos que no saben salir por la puerta. Hay una mujer que se lanza, y un hombre que intenta alcanzarla aunque siempre lo haga un segundo tarde. Hay amor en esa torpeza. Hay compasión en el intento que no basta. El suelo es memoria. El cuerpo es lenguaje. Y cada paso que duda, dice más que mil palabras gritadas. Se abren y se cierran las puertas, como si el mundo no supiera decidir si dejarnos pasar o dejarnos ir. Y en medio de todo, la repetición, el abrazo que nunca llega, el gesto que se agota, la coreografía del dolor que baila sola, aunque no quiera. G.G.

Del lado de uno mismo

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  Has descubierto una tristeza que no nace del abandono ni de la pérdida, sino de la decisión. Una tristeza que se instala cuando eliges, a conciencia, un camino que no deseas recorrer. No lo haces por miedo ni por cobardía, sino por fidelidad a ti mismo, por dignidad, por amor propio. Y aunque duele, hay en ese dolor una forma serena de liberación. Durante años fue el corazón quien habló más alto en ti. En cada dilema, en cada encrucijada, seguiste su impulso con fe ciega. Viviste con intensidad, con entrega, con verdad. Nunca te negaste a sentir. No te avergonzaste de amar, de confiar, de construir desde la emoción. Pero ahora, algo ha cambiado. Por primera vez en mucho tiempo, es la razón la que ha inclinado la balanza. No lo ha hecho con frialdad, sino con firmeza. No ha venido a apagar, ha venido a sostener lo que el corazón ya no podía cargar solo. Llevas en el brazo un tatuaje, una mano huesuda que juega con el equilibrio entre la emoción y el juicio. Siempre te representó, ...