Que hablen TODAS. Jaleo, y las "otras" tres.
1. Alboroto molesto.
2. Desorden o confusión.
3. Problema o lío.
Y por fin...
4. Jaleo flamenco. Arte. Entusiasmo. Aplausos. Gritos de ánimo. Palmas. Celebración. Acompañamiento.
Cuatro acepciones. Tres negativas. Una positiva. Así lo hemos repartido, organizando el lenguaje por decencia. Como si el lenguaje no fuera un campo de batalla y al mismo tiempo un refugio. Como si existiera algo así como “la forma correcta” de decir. Aquí estamos, poniendo límites a la libertad.
Pero todo puede cambiar si lo miramos distinto. Lo que uno llama problema, otro lo nombra arte. Lo que para ti es follón, para mí es liberación. El lenguaje no es lo que se dice, sino cómo lo recibe quien lo escucha, quién lo dice, cuándo lo vive.
Nada es definitivo. Las palabras se deforman, se escapan, se manchan de piel, de historia, de rabia, de deseo. Jaleo no es excepción, sino mas bien el ejemplo.
Y sí, puede ser alboroto. Y sí, puede ser desorden. Pero también es duende, sangre viva, cuerpo que no se calla. ¿Por qué habría que elegir? ¿Por qué fingir que solo una definición es válida? Las cuatro conviven. Como conviven los gritos y los susurros (no me deshago de esta puñetera palabra, ayuda por favor), el que rompe la copa y el que canta, el que se ofende y el que se enciende.
Si eso es posible en una palabra, ¿por qué no entre nosotros, seres humanos? ¿O no? ¿Por qué no, en los pensamientos, las pasiones, los puntos de fuga?
¿Tan difícil nos resulta aceptar que cada uno miramos desde un lugar y que ese lugar cambia, arde, se hunde, florece?
¿Tan cobardes somos que preferimos definir y cerrar, antes que sentir y aceptar?
Jaleo no se explica. Irrumpe. Irrita. Excita. Interrumpe el orden y deja la escena llena de preguntas.
Se mete en las casas, en las bocas, en las plazas, en las camas. Se cuela en la música, en las discusiones, en los cuerpos que no se aguantan. Y los cobardes lo señalan, eh!, ese “ruido”, eh! ese “problema”, eh! ese “exceso”.
Los otros, los que viven, lo provocan. ¿Qué lugar debemos elegir?. Yo creo que TODOS.
Y no trato de hacer teoría. Trato de estar dentro. De gritar si hace falta, de reírme en mitad del caos, de levantarme sin saber para qué, de llorar porque sí. Porque el jaleo no es desorden, simplemente ocurre cuando no dejas que la vida quepa en los márgenes.
Así que basta de pretender purezas. Que hablen todas las acepciones. Que estallen todos los sentidos. Que las palabras se sacudan el polvo de los libros y digan lo que tengan que decir, aunque incomode.
Nos ha llegado el momento de aprender, de una vez, a respetar el ruido que no entendemos.
G.G.
(Sólo es mi humilde opinión).

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