A los que ya no me importan, que son muchos

Escribo en segunda persona porque me lo digo a mí mismo, porque las palabras que otros me lanzan con la intención de ayudarme, esas que ya me repetía mi madre como mantras olvidados, parecen caer en el vacío. Se disuelven, como agua entre los dedos, como el sol al final del día, sin dejar rastro. Sin embargo, las palabras que ahora brotan de mi pluma, esas que surgen del fondo de mi ser, son como piedras que al caer hacen mella en el abismo de mi alma.

Si, mi alma, mi razón, mi esencia. Son estas las que resuenan y se quedan, las que reverberan con la fuerza de una tormenta que se avecina y que tras ella todo será distinto. Estas palabras son las que, al fin, me dicen lo que siempre supe pero no me atreví a reconocer.

Ahora es el momento de mirarme y abrazar mi propio reflejo.

Y si, se trata de un escrito de rabia. Lo es.

De una rabia que no es mía y no la quiero.

De una rabia, que aquí libero y dejo. Pero no sólo es eso.



 


Llevas tiempo jodido, en una lucha interna entre lo que crees que debes ser y lo que esperan de ti. La batalla se ha librado en silencio, en la oscuridad de tus pensamientos, en el rincón solitario de tu alma donde nadie más tiene acceso. Has luchado contra la corriente, te has estrellado contra la pared de expectativas que no te pertenecen. Te has dicho que has de ser de una forma, que debías seguir ciertos pasos, que debías dar lo que no tienes y entregarte sin reservas. Pero ¿qué pasa cuando la corriente te arrastra hasta el punto de agotarte? ¿Qué pasa cuando la rabia ya no es suficiente para seguir empujando hacia adelante? No se puede luchar contra corriente y no vas a levantarte cansado y lleno de rabia todos los días. Hoy has decidido que se acabó. Se acabó el sacrificio autoimpuesto, se acabaron las sonrisas falsas, se acabaron las expectativas ajenas. Hoy, tu lucha es tu respeto.

Rara vez pides ayuda. Has sido siempre un solitario errante en un mundo que exige demasiado, que olvida lo que significa ser humano. Solo necesitas, como todos, tiempo para respirar, para ser tú, para no ser la sombra que otros proyectan en su camino, el que siempre está cuando todos se deshacen. ¿Y a quién le importó eso? Rara vez te lo dieron. No respetaron el espacio que tanto necesitabas. No respetaron tu esencia. No te respetaron a ti. Pero afortunadamente, algunas personas que comprendieron tu ser, que entendieron tu silencio, te dieron el coraje para levantar la cabeza y decir “basta”. Gracias a ellas, estás aquí.

Te cansaste. Simplemente, te cansaste. Sencillo de entender. Te cansaste de ser el que siempre da, el que siempre entiende, el que siempre se sacrifica. 

Te cansaste de ser la piedra sobre la que otros descansan, el espejo que refleja lo que los demás necesitan ver. Ya no. Ya no eres ese. No eres un maldito robot que está ahí cuando todos se caen. Eres un ser humano, y te cansaste de haberte olvidado de eso.

¿Sabes qué? Ya no te importa que te llamen egoísta. No te importa que te digan que eres frío. Ahora serás el malo, cuando dejes de ser lo que se espera de ti. Ya no. No eres la base de apoyo de nadie. No eres el que se pierde a sí mismo para que otro se encuentre. No eres fuente inagotable ni refugio de nadie.

Te cansaste de dar sin medida. De ser el primero en levantar la mano, el que nunca dice no, el que se arrastra mientras los demás caminan. Ese sacrificio, no te hace más valioso ni más digno. Tu valor está en lo que eres, no en lo que das. Y lo que eres, exige respeto. Eres un ser humano, no una maquina presente para cumplir deseos. No eres la lámpara de Aladino.

Te cansaste de ser la empatía que rara vez devuelve, el respeto que se da por sentado, el amor que rara vez se muestra, salvo en esas palabras vacías que se quedan en el aire. Ese amor que dicen tener pero que nunca se traduce en actos, en gestos, en verdad. Si no puedes ser tratado con la dignidad que mereces, entonces ya no necesitas quedarte allí. 

Te cansaste de que los demás no supieran ofrecerte lo que supiste pedir, de ser el que se rompe mientras todos siguen adelante. Si alguien necesita algo de ti, que venga con respeto. Si no, que ni te llame.

Te cansaste de llamadas a deshoras, de que no respeten tus tiempos, de las exigencias sin más. De problemas ajenos que pretenden hacerse tuyos. Como si el mundo tuviera derecho a invadir tu espacio, a consumir tu energía sin importar que tienes tus propios demonios y tus propios límites. No eres el vertedero de nadie. No eres la almohada donde todos se desahogan mientras tú sigues en silencio, arrastrando lo que te cae encima.

Te cansaste de mentiras, de promesas vacías, de una lealtad que nunca llegó. 

Te cansaste de falta de sinceridad, de palabras que se lleva el viento y nunca se traducen en acciones. 

 Te cansaste de los moscones que se acercan solo cuando te ven bien, pero nunca están cuando las cosas se ponen difíciles.

Y aunque parezca que has tocado fondo, es todo lo contrario. Te subes de nuevo al lugar que te corresponde, al podio del vencedor. Mientras todos los que se aprovecharon de ti se quedan en el lodo más profundo, tú te elevas. Les dejas atrapados en su vacío, en su egoísmo, en su soledad. 

Ahora tomas lo que es tuyo, lo que te pertenece por derecho. 

Has llegado a este punto porque, finalmente, entendiste que tus necesidades son tan importantes como las de los demás, y las primeras que debes cubrir. Tus límites son tan reales como los de cualquiera. Y el espacio que nunca te dieron, lo tomas ahora para ti. No eres un maldito saco de paciencia infinita. No eres el que siempre tiene que estar disponible. 

Eres el que ahora se respeta, el que exige que le vean como lo que es, uno más.

Y les dices:

"Si tienes prisa, corre solo. Si caes, levántate solo. Y si me llamas, no lo hagas esperando que seas tu salvador. Ahora soy yo quien marca el ritmo. El que decide".


G.G.


Comentarios

  1. Creo que está muy bien, q! Qué te posiciones en el centro de tú vida, primo.
    Te defines a tí mismo , en una búsqueda constante.
    En los que te queremos y admiramos estás siempre presente.
    No lo olvides, te quiero.

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  2. Gracias primo. Todo tiene un límite.

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  3. Me identifico bastante con tu descripción, pero me falta tu coraje

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  4. Me identifico bastante con tu descripción, pero me falta tu coraje

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  5. Amigo! Que grandes cosas dices! Me encanta tu manera de escribir y de sacar todo lo llevas dentro con tanta razón. Eres un genio! ❤️

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  6. Acepta lo que es, deja ir lo que se fue y ten fe en lo que vendrá.

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    Respuestas
    1. Alberto Aguadero Gabriel22 de abril de 2025 a las 16:02

      ..." Hoy tú lucha es tú respeto".
      En quien hace por entenderte está ya la ayuda más importante que de tí puedes hacer llegar a los demás. Es así, sólo con el hecho de leerte y escucharte.
      Como es de entender y necesario, creo que como todos deberíamos hacer., tenemos que posicionarnos respecto a nuestras relaciones con los demás.
      Es innegable que de una forma u otra, determinadas personas podamos haberte hecho daño con nuestra actitud hacia tí. A los que realmente nos importas y te queremos , no tenemos más que agradecerte que reivindiques el lugar y espacio afectivo que te mereces.
      Gracias!Graci.

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