Día gris
Sentí la necesidad de estar en soledad, en silencio... Hoy el día amaneció feliz, muy feliz, como venía siendo habitual en las últimas semanas, pero con el paso de la mañana fue perdiendo brillo. Se volvió un día gris. Gris de esos que te afectan más de lo que deberían. Las palabras de la gente pesan más de la cuenta, se enredan en el ánimo y lo desajustan. A veces parece que todos andan un poco frágiles, un poco desbordados, y cualquier cosa basta para romper el equilibrio. Dicen que mi tono es duro. Quizá sólo sea directo. O quizá me falte paciencia. El día avanza como un carro con ruedas cuadradas, torpe, cansado, sin intención de llegar a ninguna parte. Un día triste en el que mi alma llora por dentro, igual que el cielo deja caer sus gotas. Sólo que hoy, las más pesadas, no caen del cielo. Brotan de mi interior, desde un alma dolida que busca alivio, una rendija de calma en medio de tanta espesura. He decidido salir del despacho y volver a casa, trabajar desde el refugio...