Entradas

La flor que no sabe del sol

Imagen
A veces, la vida gira de forma inesperada. Me detengo a pensarlo, como quien deshoja una flor sin esperar respuestas. Busco la relación entre lo que sucede y nuestros actos, aunque a menudo el mapa parezca trazado por un azar ciego. Caprichoso. Pero hay algo más, algo que no se ve, pero puedo intuir, una correspondencia secreta entre lo que somos y lo que llega, como si el mundo no fuera tanto lo que nos rodea, sino una extensión misteriosa de nuestra búsqueda interior. Una búsqueda constante. La vida, pienso, no es una línea recta, ni la suma de decisiones lúcidas, ni siquiera una narración coherente de nuestro destino. Es más bien una flor, una forma viva que se abre hacia la luz, aunque ignore dónde está el sol. Una flor que crece sin entender del todo su suelo, que a veces se cierra para protegerse del frío, que aprende a esperar la lluvia y sobrevive al viento. Una flor sin prisa, pero sin tiempo que perder. Si hay algo de lo que sabe, es de lo efímero. Quiere sentirlo todo....

Arquitectura del YO

Imagen
Esta noche… no sé… esta noche soy más yo que nunca. Como si algo se hubiera movido dentro, un velo, una membrana... una puerta vieja se abrió sola. Necesito gritar. Sí, gritar aunque no haya palabras, aunque no me alcancen las cuerdas vocales, aunque sólo logre exhalar un aliento mudo que ni siquiera roce mis propios oídos. Gritar. Fuerte.  Algo quiere salir de mí, algo que me habita y al mismo tiempo me desconoce, algo que necesita ser visto. No por nadie. Por mi. Lo dejo escapar, dejo que sea cuerpo fuera. Libre, independiente, para que la razón, pueda entrar.  Entonces, no necesitaré nada. Seguiré caminando.  Como caballo con anteojeras, sin distracción. Eso si, mis guiñadores, siempre me dejarán ver mas allá. Nunca me pareció inteligente mantenerme a flote entre lo obvio. Lo que parece ser, no es. Nunca lo es. He aquí mi grito: Las formas se repiten. No es necesidad. Es hábito. Lo incompleto se descarta. Lo invisible, se traduce a estructuras cómodas, a símbolos de ...

Sol

Imagen
Amanecer respirando mientras el sol invade el dormitorio, es, quizá, lo más parecido a entender algo sin pensarlo. La luz entra conquistando el espacio, con una claridad indiscutible. No hay un porqué. El cuerpo despierta por partes, recorriendo la habitación con los ojos cerrados. El día ha empezado y no hay nada urgente que decirle. El polvo flota con la calma, hoy no será barrido. Las sábanas arrugadas no tienen historias que contar. El aire es refugio y cómplice.  El mundo no ha notado la pausa. G.G.

Tabaco

Imagen
Te has despertado a las 5.00 a. m. Sentías miedo. Miedo y frío. Un miedo provocado por el vértigo que produce vivir el presente sin poder desligarlo de un futuro que todavía no existe. Las manos no saben qué hacer. Te sientas, respiras, y ahí están, como dos animales asustados, buscando un cigarro que ya no tienes. Te las miras. Se agitan, golpean la mesa, se esconden bajo el muslo, piden algo. El cuerpo va más lento que la voluntad. La decisión de no fumar llegó antes que el cuerpo, y ahora las manos se han quedado huérfanas. El móvil. Lo tocas, aunque no haya motivo. Lo desbloqueas, deslizas, finges que hay un mensaje nuevo. No lo hay. No pasa nada. No puedes sostener el presente sin una excusa. El silencio se ha vuelto demasiado real y necesitas taparlo con un gesto. Promesas, rutinas, formas de pensar que no dejaste de repetirte una y otra vez hasta creerlas ciertas. Café que tomas, aunque no quieras. Respuestas que das, aunque ya no piensas igual. Renuncias que hicis...

Quinqué

Imagen
  No hay principio ni fin, solo un espacio donde se cruzan las corrientes invisibles. Un lugar sin dueño, donde el tiempo se pliega y el silencio habla sin voz. Tengo lo justo. Ni antes ni después. No pido ni espero. Celebro que llegue. Que no sea por falta, que sea por fiesta.   Cruza el umbral donde la luz ha decidido posarse, sin motivo, porque sí.   Trae tu silencio. Si hay fuego, dejémoslo en medio, como quinqué que alumbra sin elegir a quién.   Si me hablas, hazlo con palabras que no quieran quedarse, pero sepan volver.   Si te quedas, hazlo como el agua, acomodando su forma al cauce. La corriente sabe dónde estamos incluso cuando el cuerpo no toca cuerpo.   No hay que seguirse, hay que encontrarse. Nada pesa. No hay vitrinas, ni etiquetas, ni fechas.   Si un día no volvemos, no será ausencia, será otra forma de seguir siendo. G.G.

Mérida

Imagen
Templo de Diana. Mérida. (Mucho mejor en horizontal) Algo que no tiene nombre, pero está (gracias Luz, gracias Julio, gracias Juan).   A veces me pasa que necesito escribir. No para contar lo que ha pasado, sino para fijar lo que siento mientras está pasando. Antes de que se diluya. Antes de que la memoria lo vuelva relato y no emoción. Me ocurre cuando algo me atraviesa con esa mezcla tan difícil de explicar entre calma, gratitud y el sentirme vivo. Y sé que, si no lo escribo ahora, tal vez no lo escriba nunca. Porque más tarde recordaré lo sucedido, pero ya no será lo mismo. No sentiré esta claridad, este impulso que ahora me lleva, casi sin darme cuenta, a intentar poner en palabras lo que me pasa como persona, como alguien en transformación, en cambio constante, que se busca y se encuentra de nuevas formas. Porque dentro de mí se está moviendo algo esencial. Mi forma de escuchar, que ya no quiere anticipar respuestas ni interpretar silencios como amenazas. Mi forma d...

Enamorado

Imagen
  Enamorado,  pero no de nadie. No como un poeta.  Ni como los tristes.  Simplemente, enamorado de estar.   Enamorado.   De la vida,  cuando no sabe que ya empezó el día.  Del sol,  colándose por las rendijas sin haber sido invitado,  como esas cosas viejas que insisten en quedarse en escena.  Del vapor del café,  subiendo,  bailando por alguien,  bailando por mí.  De esas personas que saludan sin forzar la cara.  De esas otras, que preguntan cómo estás y se quedan, aunque tardes en contestar.  De los árboles,  que dejan caer sus hojas sin miedo en otoño.  De las flores,  que explotan en primavera,  como si nadie las mirara.  De las cicatrices,  discretas,  silenciosas. Te hacen caminar de un modo diferente.  De los que ayudan,  sin girar la cabeza.  De los que escuchan sin pensar, ¿qué dirás después?  De la risa,  La que se cuela en momento...