Me (VII)
Del rostro
Llevo todas mis máscaras,
transparentes y opacas,
y ahora las veo
con la claridad de un golpe.
No hay ocultamiento,
no hay engaño.
Del espejo
Ya no huyo,
ya no niego mi reflejo.
Mis sombras tiemblan
como prisioneros
al fin descubiertos.
Del aire
Respiro
sin desaparecer.
Dejo que el peso se disuelva.
El acto de mirar,
aunque me descubra,
es libertad,
es mi libertad.
Del cuerpo
Me muevo
entre lo que soy y lo que finjo.
Cada gesto es un filo,
cada línea corta
mis disfraces.
De mí
Liberarme no es un salto
ni una caída.
Observo mis manos vacías,
acepto que el daño sigue,
que todavía llevo heridas,
y comprendo
que no debo sostener nada
que no elegí.
De los demás
A quienes me sostienen,
cuando aún yo no me sostengo,
les dejo mi silencio,
un perdón,
un gracias,
por acompañarme
en este proceso
donde aún no soy entero.
Perstare prope
G.G.

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