Territorio sin ley
Tras leer "La pasión de los extraños', de Marina Garcés, no pude evitar sentir que algo en mí había sido nombrado sin haberlo dicho nunca. Su manera de pensar la amistad, como vínculo sin contrato, como resistencia sin espectáculo, como presencia lúcida en un mundo que nos empuja al aislamiento o a la pertenencia vacía, me atravesó profundamente.
Este texto nace desde ese lugar.
Desde la gratitud que provoca una lectura que no se limita a explicar el mundo, sino que lo desarma con palabras honestas y valientes.
Desde la necesidad de responder, también con palabras, a esa forma de estar con otros que no se impone, pero que transforma.
Territorio sin ley
La amistad no nos protege.
Nos expone.
Es el lugar donde no se negocia,
donde no se mide,
donde no se exige nada
y, sin embargo, se está.
Radicalmente.
Fuera del mercado de los afectos,
más allá de los cálculos de pertenencia,
la amistad es una grieta
en el orden de lo útil,
en la política del rendimiento.
No se escribe en los márgenes del amor,
ni en las leyes de la sangre,
ni en la contabilidad del cuidado.
Es otra cosa.
Una promesa que no promete,
una entrega que no se encadena,
una forma de estar juntos
sin convertirnos en propiedad.
La amistad interrumpe.
Rompe la lógica de la deuda.
Nos devuelve a la intemperie
donde todo vínculo es elección,
y toda elección, una forma de decir no
al mundo como está hecho.
Porque solo en la amistad
podemos ensayar la vida sin máscaras,
el reconocimiento sin vitrinas,
la presencia que no finge ser total.
Ahí empieza lo común,
no en el consenso,
sino en la fragilidad compartida.
Un territorio sin ley,
pero no sin sentido.
Un nosotros sin destino,
pero con dirección.
G.G.

Es factor determinante en el recorrido de la vida.
ResponderEliminarAmistad.