El panóptico de luz y sombra

Foucault me advirtió:
no hace falta una celda para ser prisionero,
basta con saberse observado.

Antes, el poder tenía muros,
torres que erguían su vigilancia
como un ojo omnipresente.

Hoy, el panóptico es luz,
una pantalla que nos invita a hablar,
a mostrarnos,
a confesar quiénes somos.

No hay carcelero,
solo la mirada de muchos,
un algoritmo que decide qué versión de mí
merece ser vista,
cuántos clics vale mi existencia.

Me dijeron que era libre,
pero entendí que la jaula es transparente,
que la vigilancia no impone grilletes,
sino deseos:
Ser visto, ser validado, ser aceptado.

Nos volvimos nuestros propios centinelas,
ajustando gestos, palabras,
editando el yo hasta encajar en la norma.

Pero si el panóptico es luz,
la resistencia habita en la sombra.
La fuga no es desaparecer,
sino multiplicarse.

No soy un perfil,
soy el rugir de muchas voces,
el error en el código,
la grieta en la red.

En cada anonimato estratégico,
en cada silencio elegido,
en cada identidad que escapa del molde,
se gesta la rebelión.

Porque donde hay vigilancia,
también hay quienes aprenden a mirar
sin ser vistos.

G.G.

Comentarios

  1. El placer de ser voyeur. El privilegio de la mirada y poder construirse en libertad. Sentirte a salvo del escrutinio y romper las rejas de esa jaula. O que te importe un bledo, que eso también da mucha libertad.

    ResponderEliminar
  2. Creo que la segunda opción, es la más adecuada y la única posible jajaja

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

No te cortes. Opina.

Entradas populares de este blog

Gracias, gracias, muchísimas gracias

Por la belleza. Gracias.

El verdadero camino está en nuestro interior