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Impermanente

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  Camino por la cocina. Al tocar mis pies descalzos, descubro fragmentos de otro yo, un yo que escapaba. Comienzan a reconocerse. La luz entra por la ventana, dibuja líneas en las tazas de café, traza mapas mudos, me atraviesan. Me busco en los bordes de la mesa, en rincones que el tiempo, sigue sin conquistar dentro de mí, en gestos, gestos que dejé colgados... Entre vasos y migas de pan. Fragmentos en mi memoria donde cuerpos se rozan, cuerpos se rechazan, sombras me confunden. Conflicto interior. No es obstáculo; es materia. Construye. Hablo con los silencios. Escucho mi respiración, ya no se acorta. Deseo y miedo se encuentran. No juzgo. Integro lo disperso. No alcanzo la totalidad. Veo límites. Los observo con respeto. Tensión interna buscando paciencia. A veces... Me ecuentro, siento mis faltas transformarse. Pasos que me devulven lo mío, las cartas que nunca abrí. Objetos que forman conjuntos. Los viajes lejanos no rescatan lo olvi...

Atardeceres limpios

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  Atardeceres igual de limpios que el amanecer, como si el cielo hubiese olvidado que existe la fatiga y en su memoria sólo quedaran huellas de claridad, líneas extensas que no saben distinguir la ida del regreso, la infancia de la vejez, la pregunta de la respuesta, porque todo arde y se enfría en la misma transparencia.   Atardeceres donde los árboles, en vez de hundirse en la sombra, se abren como espejos dispuestos a repetir lo que ya dijeron las primeras horas del día. Uno podría confundirse y creer que ha vuelto al principio, sin necesidad de girar el calendario.   Atardeceres igual de limpios que el amanecer, y sin embargo distintos. No son inicio, indican que lo vivido, puede doblarse, recomenzar en otra piel. Que la claridad no es propiedad exclusiva de los comienzos, también de los finales que se dejan ver sin rencor.   G.G.

Fragmentos

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Humo y sombras se amontonan;  el miedo respira en mi ojo mientras la tristeza cose lo que no puedo nombrar. El valor golpea sin aviso; mal hecho, sí, como siempre, equivoco formas, tropiezo en gestos torpes, pero me devuelve a pie. Grito que nadie escucha; positivismo que quema por dentro. Dejo manos atrás y nombres que me persiguen en silencio. Inicio sin mapa ni retorno, sosteniendo fragmentos de luz y fragmentos de hierro. Vacío que enseña, oscuro que pesa. Yo roto, yo fragmento, yo que aprendo a estar donde no hay sitio. G.G.

Torsión refranera

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  Creo que todo es más sencillo de lo que parece, aunque nos guste disfrazarlo de rompecabezas. Ponemos mil candados en puertas que nadie quiso cerrar, fabricamos llaves para cerraduras que no existen, levantamos muros alrededor del aire. Creo que sólo los niños y los borrachos se atreven a decir lo que ven, porque no tienen manual de excusas ni diccionario de silencios, y que siempre cae antes quien miente que quien tropieza, porque la mentira se acelera hasta derrumbarse sola y el tropiezo, al menos, conoce la dignidad de la lentitud. Creo que no hay más ciego que el que apaga la luz de sus propios ojos, y que en la tierra de los ciegos quien ve un poco termina desterrado, acusado de inventar colores, de imaginar horizontes que los demás prefieren negar. Creo que confundimos sabiduría con repetición, y que las frases heredadas se repiten no para enseñar sino para tranquilizar; se convierten en un rezo mecánico contra la incertidumbre, en un abrigo de lana vieja que nadie se atr...

Es lo que hay

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  Fotografía: Luis Malibrán ¡No sé si será culpa de los astros, de los eclipses, de… lo diré como se… lo diré… coño, no me acuerdo cómo se llama la ciencia que estudia esto, ah sí, astrología, o qué demonios me pasa! Desde abril llevo arrastrando un cansancio que me pesa en todo. La semana pasada estuve a punto de reventar, y tuve que parar, descansar, dormir como no lo hacía desde hace tiempo. Esta mañana me he levantado con la cabeza más clara, con mi hoja de ruta totalmente ordenada frente a mí. El trabajo sigue ahí, con sus temas pendientes que nunca desaparecen; esas pequeñas tareas que se multiplican como gremlins cuando no miras, los correos que parecen bombas de ansiedad disfrazadas de información útil, y el calendario que conspira para recordarte cada minuto que nunca tienes suficiente tiempo. La vida también sigue, que no espera a nadie, y el mundo afuera es un espectáculo de absurdos: noticias que te hacen dudar de la humanidad, publicaciones de redes sociales que celebr...

El club del talón

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  Siempre creemos que podemos contenerlos, que nuestra boca es fuerte como una bóveda y que nuestra memoria se comportará como una piedra compacta, sin grietas, incapaz de dejar escapar un hilo de aire. Pero los secretos no se conforman con el encierro, se mueven, se convierten en peso, reclaman fugarse, y en el momento menos pensado se nos escapan como humo por la comisura de una frase. Los utilizamos como justificación de nuestros propios errores, para salvarnos de un reproche, para justificar nuestros actos o alcanzar nuestros deseos. De pronto, nos vemos empuñando un arma que nunca planeamos utilizar. Nos sentimos acorralados, y recurrimos a cualquier cosa que nos permita mantenernos a flote. Hoy no me siento bien. Comprender que nunca se es tan leal como creías, que la honestidad absoluta no era más que una fantasía con la que adornar mi fragilidad, me entristece. Servirme de aquello que callaba, colocarlo encima de la mesa como un salvoconducto, como una prueba innecesaria pa...

Rizoma ruiniforme

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  Mil Mesetas (Pre-Textos) Lo que sucede ante nuestros ojos es un proceso sistemático de deshumanización. Ayer en Madrid, cuando un grupo de personas interrumpió la vuelta ciclista para denunciar el genocidio en Gaza, no se produjo ningún intento serio de escuchar. Algunos “politicuchos” y opinadores manipulables reaccionaron con indignación y desprecio. Lo importante para ellos era el tráfico, el espectáculo, la normalidad alterada. No las vidas que se están extinguiendo. Esa respuesta revela hasta qué punto hemos perdido la escala de lo que importa: nos irrita más una calle cortada que la matanza de civiles. Hace poco, en playas de España, una patera llegó con personas desnutridas, exhaustas, rozando la muerte. En vez de socorro, encontraron persecución, insultos y desconfianza. Fueron tratados como problema antes que como seres humanos. Es la misma lógica: cuando el otro deja de encajar en nuestra comodidad, lo convertimos en amenaza, en molestia, y delegamos la responsa...